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Después, regresa a su casa como un niño otra vez, dándoles besos y abrazos a sus papás y su abuelo, haciéndoles caso cuando le dicen algo. Ellos no creen la historia, pero al ver que hace las cosas bien y en lugar de decir “ahora, ahora” contesta “ahorra, ahorra”, dejan de llamarle el niño del no.