LA CAVERNA DE SARAMAGO Saramago, Jose - La caverna | Page 46

estuviese escrito que donde haya un perro no pueda haber otro. Cipriano Algor paró finalmente la furgoneta ante la puerta de la mujer de luto, llamó, y cuando ella apareció vestida con su blusa y su falda negra, le dio unos buenos días mucho más sonoros de lo que pediría la naturalidad, la culpa de este súbito desconcierto vocal la tenía Marta por ser autora de la descabellada idea de una boda de viudos caducos, designación merecedora de severa censura, dicho sea ya, por lo menos en lo que se refiere a Isaura Estudiosa, que no debe de tener más de cuarenta y cinco años, y si para que la cuenta sea exacta es necesario añadir algunos más, verdaderamente no se le notan. Ah, buenos días, señor Cipriano, dijo ella, Vengo a cumplir lo prometido, a traerle su cántaro, Muchas gracias, pero realmente no debía haberse molestado, después de lo que hablamos en el cementerio he pensado que no hay gran diferencia entre las cosas y las personas, tienen su vida, duran un tiempo, y al poco acaban, como todo en el mundo, A pesar de eso un cántaro puede sustituir a otro cántaro, sin tener que pensar en el asunto más que para tirar los cascotes del viejo y llenar de agua el nuevo, lo que no ocurre con las personas, es como si en el nacimiento de cada una se partiese el molde del que ha salido, por eso las personas no se repiten, Las personas no salen de moldes, pero creo que entiendo lo que quiere decir, Son palabras de alfarero, no les dé importancia, aquí lo tiene, y ojalá no se le despegue el asa a éste tan pronto. La mujer extendió las dos manos para recibir el cántaro por la panza, lo sostuvo contra el pecho y agradeció otra vez, Muchas gracias, señor Cipriano, en ese instante vio al perro dentro de la furgoneta, Ese perro, dijo. Cipriano Algor sintió un choque, no se le había pasado por la cabeza la posibilidad de que Isaura Estudiosa fuese precisamente la dueña de Encontrado, y ahora ella había dicho Ese perro como si lo hubiese reconocido, con una expresión de sorpresa que bien podría ser la de quien finalmente ha encontrado lo que buscaba, imagínese con qué poco deseo de acertar Cipriano Algor habrá preguntado, Es suyo, imagínese también el alivio con que después oyó la respuesta, No, no es mío, pero recuerdo haberlo visto andando por ahí hace dos o tres días, incluso lo llamé, pero hizo como que no me había oído, es un bonito animal, Cuando ayer llegué a casa, de vuelta del cementerio, lo encontré medio escondido en la caseta que hay debajo del moral, la que era de otro perro que tuvimos, Constante, en la oscuridad sólo le brillaban los ojos, Buscaba un dueño que le conviniese, No sé si seré yo el dueño que le conviene, hasta es posible que tenga uno, es lo que estoy averiguando, Dónde, aquí, preguntó Isaura Estudiosa, y sin esperar respuesta añadió, Yo en su lugar no me cansaría, este perro no es de aquí, viene de lejos, de otro 46