LA CAVERNA DE SARAMAGO Saramago, Jose - La caverna | Page 34
caídas de la parrilla, ni vuelve las piezas que se están secando, no pela
las patatas, no amasa el barro, no dice, Así son las cosas, Cipriano, la
vida no tiene más que dos días para darte, y hay tanta gente que
apenas ha vivido día y medio y otros ni eso, ya ves que no podemos
quejarnos. Cipriano Algor no se quedó más de tres minutos, tenía
inteligencia suficiente para no necesitar que le dijesen que lo
importante no era estar allí parado, con rezos o sin rezos, mirando una
sepultura, lo importante era haber venido, lo importante es el camino
que se ha hecho, la jornada que se anduvo, si tienes conciencia de que
estás prolongando la contemplación es porque te observas a ti mismo
o, peor todavía, es porque esperas que te observen. Comparando con
la velocidad instantánea del pensamiento, que sigue en línea recta
incluso cuando parece haber perdido el norte, lo creemos porque no
nos damos cuenta de que él, al correr en una dirección, está
avanzando en todas las direcciones, comparando, decíamos, la pobre
palabra está siempre necesitando pedir permiso a un pie para hacer
andar al otro, e incluso así tropieza constantemente, duda, se
entretiene dando vueltas a un adjetivo, a un tiempo verbal que surge
sin hacerse anunciar por el sujeto, ésa debe de ser la razón por la que
Cipriano Algor no ha tenido tiempo para decirle a la mujer todo cuanto
venía pensando, aquello de que no es justo, Justa, lo que me han
hecho, pero es bastante posible que los murmullos que estamos
oyéndole ahora, mientras va caminando hacia la salida del cementerio,
sean precisamente lo que le había quedado por decir. Ya iba callado
cuando se cruzó con una mujer vestida de luto que entraba, siempre
ha sido así, unos que llegan, otros que parten, ella dijo, Buenas tardes,
señor Cipriano, el tratamiento de respeto se justifica tanto por la
diferencia de generación como por la costumbre del campo, y él
retribuye, Buenas tardes, si no dijo su nombre no fue por
desconocimiento, antes bien por pensar que esta mujer de luto cerrado
por un marido no irá a tener parte en los sombríos acontecimientos
futuros que se anuncian ni en la relación que de ellos se haga, aunque
también es cierto que, al menos ella, tiene intención de acercarse
mañana a la alfarería a comprar un cántaro, según está anunciando,
Mañana iré a comprar un cántaro, pero ojalá sea mejor que el último,
que se me quedó el asa en la mano cuando lo levanté, se partió en
pedazos y me inundó toda la cocina, imagínese lo que fue aquello, es
verdad, para ser sinceros, que el pobrecillo ya tenía una edad, y
Cipriano Algor respondió, Excusa ir a la alfarería, yo le llevo un cántaro
nuevo que sustituya al que se ha roto, y no tiene que pagarlo, es
regalo de la fábrica, Dice eso porque soy viuda, preguntó la mujer, No,
qué idea, es sólo una oferta, nada más, tenemos una cantidad de
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