LA CAVERNA DE SARAMAGO Saramago, Jose - La caverna | Page 216
de haber tapado el cielo, la penumbra dentro de la casa se tornó más
densa, lo natural sería que Isaura se levantara ahora del sillón para
encender la luz. Pero no lo hizo, no por indiferencia o cualquier razón
oculta, simplemente porque no se había dado cuenta de que apenas
conseguía distinguir las facciones de Cipriano Algor, sentado allí mismo
ante ella, a la corta distancia de su brazo si se inclinase un poco hacia
delante, El cántaro sigue probando bien, haciendo el agua fresca,
preguntó Cipriano Algor, Como el primer día, y en ese momento se dio
cuenta de lo oscura que estaba la sala, Debería encender la luz, se dijo
a sí misma, pero no se levantó. Nunca le habían dicho que a muchas
personas en el mundo les ha cambiado radicalmente el destino por ese
gesto tan simple que es encender o apagar la luz, ya fuese una
lámpara antigua, o una vela, o un candil de petróleo, o una lámpara de
las modernas, es verdad que pensó que tendría que levantarse, que
eso es lo que imponen las conveniencias, pero el cuerpo se negaba, no
se movía, rechazaba cumplir la orden de la cabeza. Esta era la
penumbra que le faltaba a Cipriano Algor para que finalmente se
atreviese a declarar, La quiero, Isaura, y ella respondió con una voz
que parecía dolorida, Y en el día en que se va es cuando me lo dice,
Sería inútil haberlo hecho antes, tanto, a fin de cuentas, como hacerlo
ahora, Y sin embargo me lo acaba de decir, Era la última ocasión,
tómelo como una despedida, Por qué, No tengo nada que ofrecerle,
soy una especie en vías de extinción, no tengo futuro, ni siquiera tengo
presente, Presente tiene, esta hora, esta sala, su hija y su yerno que
se lo van a llevar, ese perro ahí tumbado a sus pies, Pero no esa
mujer, No me ha preguntado, Ni quiero preguntar, Por qué, Repito,
porque no tengo nada para ofrecerle, Si lo que ha dicho hace un
momento fue sentido y pensado, tiene amor, El amor no es casa, ni
ropa, ni comida, Pero comida, ropa y casa, por sí solas, no son amor,
No juguemos con las palabras, un hombre no pide a una mujer que se
case con él si no tiene medios para ganarse la vida, Es su caso,
preguntó Isaura, Sabe bien que sí, la alfarería cerró, y yo no sé hacer
otra cosa, Pero va a vivir a costa de su yerno, No tengo más remedio,
También podría vivir de lo que su mujer ganara, Cuánto tiempo duraría
el amor en ese caso, preguntó Cipriano Algor, No trabajé mientras
estuve casada, viví de lo que mi marido ganaba, Nadie lo encontraba
mal, era ésa la costumbre, pero ponga a un hombre en esa situación y
cuénteme lo que pasará después, Entonces tendría el amor que morir
forzosamente por esa causa, preguntó Isaura, por una razón tan
simple como ésa el amor se acaba, No estoy en situación de
responderle, me falta experiencia. Con discreción, Encontrado se
levantó, en su opinión la visita de cortesía ya se estaba prolongando
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