LA CAVERNA DE SARAMAGO Saramago, Jose - La caverna | Page 16

interior de sí mismo y entró en seguida en el sueño, era el yerno quien le explicaba que cuando fuese nombrado guarda residente la situación mudaría como de la noche a la mañana, que Marta y él dejarían la alfarería, ya era hora de comenzar una vida independiente de la familia, Sea comprensivo, lo que tiene que ser, dice el refrán, tiene mucha fuerza, el mundo no para, si las personas de quienes dependes te promocionan, lo que tienes que hacer es levantar las manos al cielo y agradecer, sería una estupidez dar la espalda a la suerte cuando se pone de nuestro lado, además estoy seguro de que su mayor deseo es que Marta sea feliz, por tanto deberá estar contento. Cipriano Algor oía al yerno y sonreía para sí mismo, Dices todo eso porque crees que soy el trece, no sabes que ahora soy el catorce. Se despertó sobresaltado con el golpear de las puertas de los coches, señal de que la descarga iba a comenzar. Entonces, todavía sin haber regresado completamente del sueño, pensó, No cambié de número, soy el trece que está en el lugar del catorce. Así era. Casi una hora después llegó su turno. Bajó de la furgoneta y se acercó al mostrador de recepción con los papeles de costumbre, el albarán de entrega por triplicado, la factura correspondiente a las ventas certificadas de la última partida, el control de calidad industrial que acompañaba cada lote y en el que la alfarería asumía la responsabilidad de cualquier defecto de fabricación detectado en la inspección a que las piezas serían sometidas, la confirmación de exclusividad, igualmente obligatoria en todas las entregas, por la que la alfarería se comprometía, sujetándose a sanciones en el caso de infracción, a no establecer relaciones comerciales con otro establecimiento para la colocación de sus artículos. Como era habitual, un empleado se aproximó para ayudar a la descarga, pero el subjefe de recepción lo llamó y le ordenó, Descarga la mitad de lo que trae, compruébalo por el albarán. Cipriano Algor, sorprendido, alarmado, preguntó, La mitad, por qué, Las ventas bajaron mucho en las últimas semanas, probablemente tendremos que devolverle por falta de salida lo que hay en el almacén, Devolver lo que tienen en el almacén, Sí, está en el contrato, Ya sé que está en el contrato, pero también está que no me autorizan a tener otros clientes, así que dígame a quién voy a venderle la otra mitad, Eso no es de mi incumbencia, yo sólo cumplo las órdenes que he recibido, Puedo hablar con el jefe del departamento, No, no vale la pena, no le va a atender. A Cipriano Algor le temblaban las manos, miró alrededor, perplejo, implorando ayuda, pero sólo leyó desinterés en las caras de los tres conductores que llegaron después que él. Pese a ello, intentó apelar a la solidaridad de clase, Miren en qué situación estoy, un hombre trae aquí el 16