Luego de que especialistas forenses peinaron su campamento, el oficial Dalton pidió a
Mack que inspeccionara detenidamente el área para descubrir si algo estaba fuera de
lugar o era distinto a como lo recordaba. Aunque ya agobiado por las emociones de ese
día, Mack ansiaba ayudar en cualquier forma, y se concentró para recordar lo más po-
sible de esa mañana. Con cautela, como para no desordenar nada, volvió sobre sus
pasos. Qué no habría dado por poder empezar otra vez: por la oportunidad de reiniciar
ese día desde el principio. Con gusto volvería a quemarse los dedos y a tirar la pasta
de las crepas con tal de evitar los acontecimientos que siguieron.
Regresando a la tarea que se le asignó, nada parecía diferente a lo que recordaba.
Nada había cambiado. Se acercó a la mesa en la que Missy había estado trabajando.
El cuaderno estaba abierto en la página que ella coloreaba, un retrato a medio terminar
de la princesa india de Multnomah. También los creyones estaban ahí, aunque faltaba
el color favorito de Missy, el rojo. Mack se puso a buscar en el suelo, para ver dónde
había caído.
-Si busca el creyón rojo, lo encontramos allá, junto al árbol -le dijo Dalton, señalando el
estacionamiento-. Tal vez ella lo tiró mientras forcejeaba con... -su voz se apagó.
-¿Cómo que forcejeaba? -preguntó Mack.
El oficial vaciló, pero continuó casi renuente:
-Encontramos uno de sus zapatos por allá, en los arbustos, donde tal vez fue a dar por
sacudir un pie. Usted no estaba aquí en ese momento, así que le pedimos a su hijo que
lo identificara.
La imagen de Missy repeliendo a un monstruoso pervertido fue un puñetazo en el es-
tómago. A punto de sucumbir a la súbita negrura que amenazaba con asfixiarlo, Mack
se inclinó sobre la mesa para no desmayarse o vomitar. Fue entonces cuando se per-
cató de que había un prendedor de Catarina clavado en el cuaderno para colorear. Se
despabiló de pronto, como si alguien hubiera abierto sales aromáticas bajo su nariz.
-¿De quién es esto? -preguntó a Dalton, señalando el prendedor.
-¿Qué cosa?
-¡El prendedor de Catarina! ¿Quién puso eso ahí?
-Creímos que era de Missy. ¿Me está usted diciendo que ese prendedor no estaba ahí
esta mañana?
-Estoy seguro -afirmó Mack, categórico-. Ella no tiene nada así. ¡Estoy absolutamente
seguro de que eso no estaba ahí esta mañana!