-Pero -argumentó Mack-, si no hubiera expectativas y responsabilidades, ¿no se ven-
dría abajo todo?
-Sólo si tú eres del mundo, separado de mí, y bajo la ley. Las responsabilidades y ex-
pectativas son la base de la culpa, la vergüenza y el juicio, y aportan el marco esencial
que promueve
el desempeño como la base de la identidad y el valor. Tú sabes bien cómo es no cum-
plir las expectativas de alguien.
-¡Claro que lo sé! -masculló Mack-. No es mi idea de un buen momento. -Hizo una bre-
ve pausa, una nueva idea destellaba en su mente-. ¿Estás diciendo que no tienes ex-
pectativas de mí?
Papá habló ahora:
-Cariño, yo nunca he puesto una expectativa en ti ni en nadie más. La idea detrás de
las expectativas requiere desconocer el futuro o resultado e intentar controlar la con-
ducta para obtener el resultado deseado. Los seres humanos tratan de controlar la
conducta en gran medida a través de expectativas. Yo te conozco y sé todo sobre ti.
¿Por qué habría de tener otra expectativa que no fuera lo que ya sé? Sería absurdo. Y
además, como no tengo expectativas, nunca me defraudas.
-¿Qué? ¿Nunca te he defraudado? -Mack hacía todo lo posible por asimilar esto.
-¡Nunca! -afirmó Papá enfáticamente-. Lo que tengo es un constante y viviente esperar
en nuestra relación, y te doy la posibilidad de responder a cualquier situación y circuns-
tancia en la que te encuentres. En la medida en que recurres a expectativas y respon-
sabilidades, no me conoces ni confías en mí.
-Y -añadió Jesús- en esa medida vivirás en el temor.
Mack no estaba convencido.
-¿Pero ustedes no quieren que pongamos prioridades? ¿Ya saben: primero Dios, des-
pués lo que sea, seguido por lo que sea?
-El problema de vivir con prioridades -respondió Sarayu- es que todo se ve como una
jerarquía, una pirámide; tú y yo ya hablamos de eso. Si pones a Dios en la cima, ¿qué
significa eso en realidad, y cuánto es suficiente? ¿Cuánto tiempo me das antes de que
puedas seguir con el resto del día, la parte que te interesa mucho más?
Papá interrumpió de nuevo: