equilibrio. -Arlene era la hermana de Nan que vivía al otro lado del río, en Washington-
De todas formas, todo está demasiado resbaloso para salir. Ojalá haya parado en la
mañana. Debí irme a casa antes de que el tiempo se pusiera tan mal, pero bueno... -hi-
zo una pausa-. ¿Cómo está el clima por allá?
-Absoluta e increíblemente bello, aunque créeme: siempre vale más ver llover que mo-
jarse. Así que, claro, prefiero que no
vengas en medio de este caos. Todo está muerto acá. Creo que Tony ni siquiera podrá
traernos el correo.
-¿No me dijiste que ya habías recogido las cartas?-inquirió ella.
-Nop, no recogí ninguna. Pensé que Tony ya había venido y salí por ellas. Pero -Mack
vaciló, mirando la nota sobre el escritorio, donde la dejó- no había nada. Le llamé a An-
nie y me dijo que Tony tal vez no podría subir la colina, y no voy a volver a salir para ver
si lo hizo. Pero bueno -cambió rápidamente de tema para evitar más preguntas-, ¿có-
mo le va a Kate por allá?
Hubo una pausa, y luego un largo suspiro. Cuando Nan habló, su voz se redujo a un
murmullo, y Mack habría podido asegurar que se había cubierto la boca.
-Ojalá lo supiera, Mack. Hablar con Kate es como hablar con una piedra; haga lo que
haga, no puedo entenderme con ella. Cuando estamos con la familia, parece salir un
poco de su caparazón, pero luego desaparece en él otra vez. Ya no sé qué hacer. Por
más que le pido a Papá que nos ayude a encontrar una forma de comunicarnos con
ella -hizo una pausa de nuevo-, parece que él no me escucha.
Eso era. Papá era el nombre favorito de Nan para Dios, que expresaba su deleite en la
íntima amistad que tenía con él.
-Cariño, estoy seguro de que Dios sabe lo que hace. Todo saldrá bien.
Estas palabras no le dieron consuelo ni a él mismo, pero esperaba que aliviaran la
preocupación en la voz de ella.
-Ya lo sé -suspiró Nan-. Pero quisiera que se apurara.
-Yo también -fue lo único que se le ocurrió decir a Mack-. Bueno, cuídense; saluda a
Arlene y a Jimmy y dales las gracias de mi parte. Espero que nos veamos mañana.
-Está bien, amor. Me voy a ayudar por acá. Todos están buscando velas por si se va la
luz. Tú deberías hacer lo mismo. Hay unas encima de la pileta del sótano, y hay un po-
co de
pasta rellena en el refri que puedes poner a calentar. ¿Estás seguro de que estás bien?