Sólo entonces lanzó la mirada al lago. Su belleza era impresionante. Distinguió la ca-
baña, de cuya roja chimenea de ladrillo, arrimada contra los verdes del huerto y el bos-
que, se elevaba un humo ocioso. Pero todo se empequeñecía con la enorme cadena
de montañas que flotaban arriba y atrás, como centinelas haciendo guardia. Mack sim-
plemente se sentó, Jesús junto a él, e inhaló esa sinfonía visual.
-¡Haces un gran trabajo! -dijo con suave voz.
-Gracias, Mack, y eso que has visto muy poco. Hasta ahora, la mayor parte de lo que
existe en el universo sólo ha sido visto y disfrutado por mí, como cuadros especiales al
fondo del estudio de un pintor, pero algún día... ¿Podrías imaginar esta escena si la
Tierra no estuviera en guerra, luchando ferozmente por sobrevivir?
-¿Qué quieres decir exactamente?
-Nuestra Tierra es como un niño que ha crecido sin padres, sin tener quien la guíe y di-
rija.
Mientras Jesús hablaba, la amortiguada angustia de su voz se hacía cada vez más in-
tensa.
-Algunos han intentado ayudarla, pero la mayoría simplemente ha tratado de usarla.
Los seres humanos, que recibieron la tarea de conducir el mundo con amor, en vez de
eso lo lastiman, sin otra consideración que sus necesidades inmediatas. Y piensan po-
co en sus hijos, quienes heredarán su falta de amor. Así que usan y abusan de la Tierra
con escasa consideración; pero cuando ella retiembla o sopla, se sienten ofendidos y
alzan el puño contra Dios.
-¿Eres ecologista? -preguntó Mack, casi acusándolo.
-Esta bola verdeazul en el oscuro espacio, llena de belleza aún ahora, arruinada y mal-
tratada y encantadora -citó Jesús.
-Conozco esa canción. La creación debe ser muy importante para ti -le dijo Mack, con
una sonrisa.
-Bueno, esta "bola verdeazul en el oscuro espacio" me pertenece -afirmó Jesús enfáti-
camente.
Pasado un momento, abrieron juntos sus almuerzos. Papá había llenado las bolsas de
sándwiches y delicias, y ambos comieron con gusto. Mack mordisqueó algo que le
agradaba, pero no sabía si era animal o vegetal. Pensó que tal vez era mejor no pre-
guntar.
-Entonces, ¿por qué no la reparas? -inquirió Mack, mordiendo su sándwich-. La Tierra,
quiero decir.