-¿Quieres que camine sobre el agua hasta el otro lado? Eso es lo que estás diciendo,
¿verdad?
-¡Qué listo eres, Mack! Nadie te hará resbalar, eso es seguro. Anda, ¡es divertido! -se
rió.
Mack llegó hasta el borde del muelle y miró hacia abajo. El agua lamía sólo treinta cen-
tímetros abajo de donde él se encontraba, pero bien habrían podido ser treinta metros.
La distancia parecía enorme. Zambullirse sería fácil, lo había hecho miles de veces, pe-
ro ¿cómo saltar de un muelle al agua? ¿Como si se tocara concreto, o pasando sobre
la orilla como si se saliera de una lancha? Se volvió hacia Jesús, quien seguía riendo
entre dientes.
-Pedro tuvo el mismo problema: cómo bajar de la lancha. Es tan sencillo como bajar un
escalón de treinta centímetros de alto. Nada más.
-¿Se me mojarán los pies? -inquirió Mack.
-Claro, el agua no dejará de ser húmeda.
Mack volvió a asomarse al agua, y a voltear hacia Jesús.
-¿Por qué se me hace tan difícil?
-Dime a qué le temes, Mack.
-Déjame ver. ¿A qué le temo? -empezó Mack-. A parecer un idiota. A que te estés bur-
lando de mí y me hunda como una roca. Imagino que...
-Exactamente -lo interrumpió Jesús-: imaginas. ¡Esa poderosa habilidad, la imagina-
ción! Ese solo poder te vuelve parecido a nosotros. Pero sin sabiduría, la imaginación
es un cruel capataz. Para explicar lo que quiero decir, ¿crees que los seres humanos
fueron destinados a vivir en el presente, el pasado o el futuro?
-Bueno -dijo Mack, titubeando-, creo que la respuesta más obvia es que fuimos desti-
nados a vivir en el presente. ¿Estoy mal?
Jesús se rió.
-Relájate, Mack. Esto no es un examen, es una conversación. Estás en lo correcto, por
cierto. Pero ahora dime: ¿dónde pasas la mayor parte del tiempo en tu mente, en tu
imaginación: en el presente, el pasado o el futuro?
Mack pensó un momento antes de contestar: