-Debes renunciar a tu derecho a decidir qué es bueno y malo en tus propios términos.
Esta es una pildora difícil de tragar: decidir vivir sólo en mí. Para hacer eso, debes co-
nocerme lo suficiente para confiar en mí y aprender a contar con mi inherente bondad.
Sarayu se volvió hacia Mack; al menos esa impresión le dio a él.
-Mackenzie, "mal" es una palabra que usamos para describir la ausencia de bien, así
como usamos la palabra "oscuridad" para describir la ausencia de luz, o "muerte" para
describir la ausencia de vida. Tanto el mal como la oscuridad sólo pueden comprender-
se en relación con la luz y el bien; no tienen existencia real. Yo soy la luz y soy el bien.
Soy amor, y no hay oscuridad en mí. Luz y Bien sí existen. Así, separarte de mí te su-
mirá en la oscuridad. Declarar tu independencia resultará en mal, porque, separado de
mí, sólo puedes valerte de ti. Eso es la muerte, porque te has separado de mí: de la Vi-
da.
-¡Guau! -exclamó Mack, acomodándose un momento-. Esto me será de gran ayuda.
Pero también preveo que renunciar a mi derecho a la independencia no va a ser un
proceso fácil. Podría significar que...
Sarayu interrumpió su frase otra vez:
-Que, en un caso específico, el bien pueda ser la presencia de cáncer o la pérdida de
ingresos, o incluso de una vida.
-Sí, pero dile eso a la persona con cáncer o al padre cuya hija ha muerto -dijo Mack, de
modo un poco más sarcástico de lo que hubiera querido.
-Oh, Mackenzie -lo tranquilizó Sarayu-, ¿no crees que también los tenemos en mente?
Cada uno de ellos fue el centro de otra historia que no ha sido contada.
-Pero -Mack pudo sentir que perdía el control mientras metía duro la pala-, ¿Missy no
tenía derecho a ser protegida?
-No, Mack. A un niño se le protege porque se le ama, no porque tenga derecho a ser
protegido.
Eso lo hizo detenerse. Por alguna razón, lo que Sarayu acababa de decir parecía poner
el mundo de cabeza, y él intentó hacer tierra. Sin duda había derechos que podía de-
fender legítimamente.
-¿Pero y...?
-Los derechos son lo que reclaman los sobrevivientes, para no tener que resolver rela-
ciones -intervino ella.
-Pero si yo renuncié...