La Artilleria #8 | Page 6

Muchas cuestiones se generan alrededor del arte, qué es, qué no lo es, cuándo es verdadero y cuándo no. Estas preguntas han girado durante muchos años, y a veces, cobra mayor importancia que la esencia misma de una pieza. En este sentido sólo una cosa puedo decir, la respuesta se encuentra en la conexión espiritual de la obra con su espectador, y esto es una reacción que en definitiva, apoya de forma clara eso del verdadero arte. Encontrar una creación que despierte no sólo las sensaciones propuestas por un artista, sino un dialogo entorno a la misma le concede la facultad de obra de arte, basta con conectarse en un sentido emocional, físico y/o mental. Es precisamente lo que me ha sucedido con el trabajo artístico de Carlos Carmona, quien con su forma de ver el mundo que nos rodea, sus planteamientos plásticos en cuanto a una cotidianidad habitable y una mirada ancestral, desarrolla la serie Cosmopolis, pinturas llenas de elementos astronómicos, circulares y urbanos. La manera en que nos deja ver un tema tan cercano, pero a la vez lejano y su preocupación por un hábito inhabitable genera cuestionamientos sinceros en el público. ¿Cómo es posible no preguntarse generalmente por aspectos tan trascendentales como nuestros invasivos, descontrolados y destructivos procesos de construcción? Vivimos en un mundo en que la urbanidad es base fundamental del desarrollo, donde convivimos con una cantidad de aspectos que pocas veces comprendemos de dónde han surgido y hacia dónde van, nos desenvolvemos en entornos que crecen mucho más rápido que nosotros mismos, es una aceleración de la que muy poco tenemos conciencia. Carlos Carmona, quien con su forma de ver el mundo que nos rodea, sus planteamientos plásticos en cuanto a una cotidianidad habitable y una mirada ancestral, desarrolla la serie COSMOPOLIS, pinturas llenas de elementos astronómicos, circulares y urbanos. Exposición Cosmopolis de Carlos Carmona en Parque BIblioteca de Belén Enaltecemos las construcciones antiguas de egipcios, romanos y griegos que desarrollaron a partir de su mirada cosmogónica. Sus planos, divisiones y elevaciones fueron sustentados en las constelaciones, cada elemento debía constituir armonía y belleza entre el uno y el otro, los límites eran esenciales para asegurar el perfecto estado de una ciudad, así crecieron arquitectónicamente las grandes civilizaciones de la antigüedad, una forma diferente a la que se construye actualmente el mundo. Hoy día somos cubículos amontonados unos sobre otros, formas lineales y paralelas, abandonando la relación de la tierra con el cielo, de nuestro ser con