A lo largo del XIX se produjeron en el mundo occidental una serie de profundas transformaciones que sentaron las bases de la sociedad contemporánea. Fue la época de las revoluciones liberales, de la burguesía y del nacionalismo tanto en su variante unificadora (Alemania e Italia) como independentista (Grecia). La quiebra del Antiguo Régimen se inició con la Revolución Francesa pero la consolidación del estado liberal burgués decimonónico sólo se impuso tras sucesivas oleadas revolucionarias (1820, 1830, 1848). Asimismo, a lo largo del siglo XIX, los países europeos se enzarzaron en una lucha imperialista por el control de territorios y recursos de otros continentes: a finales del siglo alcanzaron su esplendor los grandes imperios coloniales.