¿Ha cambiado esta tendencia al iniciarse el nuevo siglo?
Los indicadores demográficos de los últimos diez años del segundo milenio sugieren una reversión del proceso de decaimiento de los centros metropolitanos. En Nueva York, por ejemplo, la población del county central – Manhattan- creció en un 3%, mientras que la ciudad central lo hizo en 9,8%, ligeramente por encima del crecimiento de su CSMA. Con ello hoy la gran manzana es casi tan populosa como en 1970. Algunas ciudades centrales también denotan una inflexión en su decrecimiento tendencial o una desaceleración de dicho declive demográfico. Por ejemplo, Chicago que de 1980 a 1990 perdió un 7% de su población.
A pesar de que la metropolitanización ha caracterizado en buena parte el desarrollo urbano del siglo XX, en Europa y América del Norte la expansión urbana ha evidenciado, ya desde hace varias décadas, signos de evidente ralentización y agotamiento.
Primero fueron los grandes centros metropolitanos los que empezaron a perder población, pero, más adelante, fueron las metrópolis enteras las que denotaron síntomas de desaceleración del crecimiento, que llegó a ser negativo en algunos casos
Inner London, por ejemplo, que en 1901 tenía 4,536,000 habitantes decayó, en 1981, a 2.426.000
Manhattan, que en 1910 había alcanzado los 2.332.000 habitantes, redujo su población a 1.428.000 en 1980
Incluso ciudades tan dinámicas como Tokio, la primera metrópolis mundial en cuanto a sus dimensiones, se ha visto sometida a ese fenómeno, pasando de 2.186.100 habitantes en 19101 a 775.000 en el año 2000.
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