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¿Son las Relaciones
Públicas
una
actividad
eminentemente
moral? Nadie discute
que esta actividad
posee un aspecto
técnico y artístico,
pero no es menos
cierto
que
ella
supone
la
transmisión de un
mensaje, en el cual
hay una intención por
parte
del
comunicador
corporativo
de
inducir
una
determinada
respuesta favorable
del público, hacia su
organización.
Además, el modo en
que se transmite el
mensaje puede ser
éticamente
incorrecto, en la
medida que sea
engañoso.
Cuando la empresa
se encuentra ante
situaciones de crisis
de credibilidad, en
que
su
imagen
corporativa
está
seriamente dañada,
no pocas veces se cae
en la tentación de
superar
esta
situación
transmitiendo
mensajes falsos o
engañosos.
A veces se piensa que
cuando está en juego
el prestigio o la
supervivencia de la
empresa o de la
institución
contratante se puede
desfigurar la verdad,
entendiendo
este
proceder como un
mal menor. Desde
esta perspectiva, el
Relacionista Público
no sólo debe poseer
una
serie
de
habilidades
o
destrezas
sino,
además, una serie de
virtudes intelectuales
y morales que se
traduzcan en una
responsabilidad ética.
Es
decir,
el
relacionista público
debe
estar
consciente de la
responsabilidad que
asume
con
los
destinatarios
y
receptores de los
mensajes, y prever el
impacto de ellos en
la sociedad.
Red acción Pierina Contento
@pierinacontento