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E l principal motivo del viaje fue un intercambio académico a través de mi universidad. Tenía una lista de más veinte ciudades para elegir. Este intercambio consistía en ir a estudiar un semestre a una univer- sidad en el extranjero, conocer otras culturas, aprender nuevos idiomas y, en mi caso, poder viajar lo máximo posible. Llegó el día de entregar la postulación y debía elegir una ciudad dentro de la lista ofrecida por mi universidad. Esto significaba un gran dilema. Para llegar a una correcta elección tuve en cuenta tres aspectos: el coste de vida, el clima y el nivel académico. Después de horas de análisis e investigación me decidí por Lisboa, Portugal. Esta ciu- dad reunía los tres aspectos que me parecían determinantes. Es una ciu- dad con un coste de vida bajo, un cli- ma increíble y el nivel académico de la universidad es alto. Llegué a Lisboa el 13 de febrero luego de un viaje familiar por distintas ciu- dades europeas. Todo comenzó con un estilo auténticamente viajero. Bajé del avión para entrar directo con mi gran compañera de viajes, mi carry on, a una clase sobre turismo en la universidad Nova School of Business and Economics. En ese momento todo se transformaba en ansiedad y curiosidad por empe- zar a recorrer la ciudad que luego, se iba a convertir en mi segundo hogar. Después de tres horas de clase emprendí la caminata a la que sería mi casa. Allí vivían 46 personas de distintos países. Entre ellos, España, Luxemburgo, Inglaterra, Portugal, Croacia, Noruega, Colombia, Chile, Brasil, Ecua- dor, Venezuela y Japón. En mi piso éramos dos argentinas, una española, una luxemburguesa, una colombiana y una inglesa. Vivir en Lisboa me pareció alucinante ya que la considero la mejor ciudad para disfrutar de la vida al aire libre. Esto es algo fundamental para mí porque me encanta estar en contacto con la naturale- za. Desde el comienzo del día hasta el final trato estar afuera realizando distintas actividades. Como verán soy una persona muy inquieta. Lisboa tiene un clima excepcional con muy pocos días de lluvia al año. Además, cuenta con numerosos miradores hacia la ciudad y el tan popular río Tajo. Conside- ro que la mejor hora del día para visitar éstos es en el atardecer. El más concurrido es el Miradouro Santa Catarina, donde se puede tomar una cerveza escuchando reggae de fondo mientras se aprecia 84