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Arte y mercado No, el mercado y el arte no tie- nen nada que ver. Sí es verdad que hay gente que sabe que está vendiendo cosas malas. Pero mira, la diferencia entre un cua- dro y un no cuadro es sugerir, emocionar, vibrar, que te plan- tee preguntas, pero que tenga una coherencia, que tenga algo detrás. “Si sabes decir algo dilo, si intu- yes algo y no sabes cómo decir- lo, píntalo”. Tu técnica de trabajo, la base de tu inspiración, ¿qué relación guardan en- tre sí? No necesito inspiración, yo pin- to todo el día aunque no esté en el estudio, e involuntariamente todo a mi alrededor influye: co- sas que has visto, cosas que has oído, todo intuiciones. Enton- ces, llegas al estudio y siempre sale algo, pero vengo sin ningún planteamiento, es pintura ex- perimental, no me gusta repe- tirme. ¿Llegas a frustrarte, a en- fadarte contigo mismo? No, porque si quieres conseguir algo distinto, tienes que estar dispuesto a equivocarte. ¿Cuánto tardas en hacer una obra? Hay cuadros a los que les doy muchas vueltas hasta que los veo, y los entiendo. Otros salen más fácilmente. ¿Qué le pides a un cuadro? Que no lo entiendas, que te transmita sensualidad, que te acaricie la mirada. Si tuvieses que ser un ani- mal, ¿cuál serías? Mitad delfín, mitad delfín a ta- maño distinto, como Borges con el camello (risas). Define tu obra en una pa- labra. Tengo dos: fiera y tranquila. Una obra, fruto del tiempo y palos en el estómago, ¿qué has aprendido en todos estos años, con qué te quedas y cómo aprendiste a madurar para que tu obra adquiriese esta forma? Ha sucedido, no había ninguna intención, las cosas realmente no las busco. ¿Con qué te quedas de todo esto? Yo de pequeño soñaba con ser pintor, luego lo olvidé, pero de repente te das cuenta de que ha sucedido, y lo he vivido. ¿Qué le pides a 2018? Que me quede igual. No le doy importancia al tiempo, pero sí a aprovecharlo, a ensancharlo, me siento joven siempre y me gustaría seguir pintando.