Kohl, el Canciller Suplemento especial de Helmut Kohl | Page 4
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El 27 de octubre de 1998 le sucedió en el puesto Gerhard Schröder tras una aplastante
victoria del SPD en las elecciones de aquel año.
La reunificación alemana y la Unión Europea
Kohl lideró el proceso de reunificación de Alemania, que se inició con la caída
del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 y que concluyó formalmente el 3 de
octubre de 1990.
Como primera etapa de la reunificación, Kohl - siguiendo los principios de
la Ostpolitik - realizó una visita de Estado al líder de la República Democrática
Alemana Erich Honecker en 1987, primer encuentro entre jefes de Estado de las dos
Alemanias después de la Segunda Guerra Mundial. Mientras el sistema comunista de
Alemania del Este se deterioraba, Kohl convenció al Gobierno soviético para que
aceptara la idea de una Alemania reunificada en el seno de la OTAN.
Kohl abogó por reforzar el débil aparato económico del este de Alemania
introduciendo las reglas del mercado libre y en especial gracias a una fuerte aportación
de capital y una gran cantidad de inversiones. A pesar de que en el momento de su
derrota electoral parecía que su proyecto había fracasado (el este seguía estando muy
atrasado respecto al oeste), la reunificación fue un paso necesario para la integración
europea. Así, durante su administración, Kohl impulsó la marcha de la Comunidad
Europea hacia la unión política y monetaria de Europa, que se concretó en la Unión
Europea instituida en 1993 cuando entró en vigor el Tratado de Maastricht.
Su última acción en asuntos europeos fue participar en la aprobación del Tratado de
Ámsterdam que giraba en torno a varios aspectos fundamentales: empleo, libre
circulación de ciudadanos, justicia, política exterior y de seguridad común, y reforma
institucional para afrontar el ingreso de nuevos miembros. Estos asuntos habían
quedado pendientes en Maastricht. El tratado entró en vigor en 1999, después de que
Kohl se retirara del gobierno alemán.
En 1998, Kohl fue nombrado ciudadano de honor de Europa por el Consejo Europeo,
un galardón que hasta entonces sólo había sido concedido a Jean Monnet. Entre otros
reconocimientos a su actividad europea están el Premio Carlomagno, compartido con
el presidente francés François Mitterrand en 1988, y el Premio Príncipe de Asturias de
Cooperación Internacional.