Kala Julio, 2014 | Page 20

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Esa agua bendita que te mantuvo vivo por 37 semanas, en ella creciste, jugaste, dormiste y soñaste; y con esa misma agua yo también crecí y soñé, mejor dicho, te soñé. Fuiste mi compañia en mis días de felicidad, en las tardes de aburrimiento y en las noches de insomnio. Muchas veces quise explotar y sentirme cómoda, pero muchas veces también tuve miedo de no saber vivir nuevamente sin vos, dentro de mi.

Cuando naciste, nací yo también. Ese día en que nuestra unión física dejó de existir, algo mucho más fuerte se tejió; un lazo único entre vos y yo. Y desde que mi útero se llenó de esa agua bendita, mágica y llena de todo aquello esencial para dar vida a un nuevo amor, yo dejé de ser solamente yo y fuimos vos y yo.

Julissa Carrillo