JUDÍOS DECLARAN LA GUERRA A ALEMANIA JUDÍOS DECLARAN LA GUERRA CONTRA ALEMANIA | Page 171

Concentración!‖ 243
A pesar de todo, los aliados encontraron en los campos como Bergen- Belsen, Buchenwald y Dachau, además de montones de cadáveres y esqueletos ambulantes, también a decenas de miles de detenidos relativamente sanos y bien alimentados, pero se cuidaron muy bien de publicar las fotos de estos últimos.
Graf escribe que en la estadística de Arolsen figura también Theresienstadt con 29.339 muertos, que en realidad no era un CC, sino un gueto, principalmente para judíos ancianos y privilegiados. Arolsen indica que la estadística es incompleta. Defunciones ya registradas en otros registros civiles no se vuelven a registrar y falta parte de la documentación de algunos campos.
“ Si se quisiera calcular la cantidad de personas que perdieron la vida en los campos de concentración con una aproximación de error por unos miles, nadie seria más indicado que la oficina de Arolsen, dado que cuenta con más documentación que cualquier otro registro en el mundo. Sin embargo, Arolsen está al servicio del gobierno alemán, y éste teme la verdad histórica como el diablo el agua bendita. Por eso, Arolsen no les permite a investigadores independientes el acceso a sus archivos y difunde en sus publicaciones tonterías, como por ejemplo que no se logró salvar documentación de los campos de exterminio ‖ 244.
Es así como los vencedores inventaron un crimen único en la historia de la humanidad: el holocausto. El aniquilamiento sistemático de un pueblo entero, del bebé recién nacido a la bisabuela centenaria, en cámaras de gas.
Esos seis“ campos de la muerte”, según la terminologia de los historiadores del establishment, se encontraban en territorio polaco anexado por Alemania en 1939. Se trataba de los campos de Auschwitz, Majdanek, Belzec, Sobibor, Treblinka y Chelmno. En Chelmno las masacres se habrían consumado en
243 YEAGER Chuck, An Autobiography, New York, Bantam Books, 1985, pp. 79-80 244 GRAF Jürgen, El holocausto bajo … Ob. Cit. p. 20
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