Manejando el Estrés
Todos los niños experimentan estrés y ansiedad. Los detonantes del estrés (que van desde ruidos muy altos, presión social, miedo a los extraños, escénico y al futuro) cambian junto con el desarrollo infantil. No todos los pequeños reaccionan igual ante detonantes comunes, como la llegada de un nuevo miembro a la familia o comenzar el colegio; y no siempre es fácil detectar cuándo se encuentran estresados. Reconocer esto en ellos es un primer paso muy importante para ayudarlos a lidiar con los altibajos que se presentan en la vida, con el fin de brindarles las bases necesarias para que se dessenvuelvan con éxito.
El estrés se puede presentar de muchas formas. Una manera de identificarlo es buscar cambios en el temperamento o en la conducta habitual de tu hijo. Por ejemplo, un niño que suele ser calmado y fácil de llevar, de pronto se convierte en uno irritable o agresivo, puede ser a causa del estrés. Otras señales que pueden ayudarte a reconocer si tu hijo lo padece son las siguientes:
Físicas: Quejas de dolores de cabeza o estomacales; exceso de vómitos sin relación con alguna condición médica; comienzan a mojar la cama o retroceden a la etapa del pañal; persisten los llantos sobre malestares físicos o una pérdida significativa de energía.
Emocionales: Ansiedad o miedo ante situaciones que antes no les provocaban tales reacciones; irritabilidad o un incremento notorio de agresividad y tristeza en su comportamiento.
Conductuales: Llanto frecuente o sollozos, tics nerviosos, se comen las uñas, se ponen bravos con facilidad o dificultad para quedarse dormidos.
Interpersonales: Cambio en la interacción con otros como retraimiento; agresividad o burla hacia sus pares; timidez extrema o pérdida de interés sobre actividades sociales que antes disfrutaba.
Por Rebecca Rialon Berry, PhD
42 iParent Magazine Junio/Julio 2015 www.iparentmagazine.com