La sociedad romana, por su tradición
conquistadora de territorios, llego a contar en la
conformación de dos clases sociales: la primera,
formada por una gran cantidad de esclavos, a
quienes se imponía el trabajo, y eran traídos a
Roma desde los confines del Imperio; y a la
segunda, la de los hombres libres, que no fueron
muy productivos, pero que tenían mayor ingreso
por la explotación de los territorios conquistados.
La sociedad y la economía romana se basaban en
el trabajo de los esclavos y los productos de las
tierras conquistadas.
Cicerón afirmo que la industria y el comercio eran
despreciables y solo concedía valor económico al
trabajo agrícola. Además, considero despreciable
la forma no natural de ganar dinero (usura y
comercio).
Se caracteriza por estar organizada a nivel de todo el Imperio y por ser el sistema de impuestos sobre
las distintas provincias, lo que mantenía a la gran ciudad de Roma. Siguiendo la norma de la época
anterior, se abandonó la producción cerealista, ya que el grano se traía de Hispania, Sicilia y norte de
África. Otro tanto sucedía con el vino y el aceite, que procedían sobre todo de Hispania y Grecia.
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