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En el marco de la historia del descubrimiento de los elementos químicos, el de las llamadas tierras raras es uno de los más complejos e interesantes presentando muchas veces ribetes detectivescos y giros inesperados, así como arduas y apasionadas discusiones acerca de prioridades sobre su descubrimiento y la manera de nombrarlos a medida que se los fue caracterizando. Antes de adentrarnos en esta fascinante historia conviene aclarar algunos aspectos esenciales, referidos a la nomenclatura y configuración electrónica de los elementos en cuestión. Debido a que inicialmente los mismos fueron obtenidos en la forma de óxidos ( llamados tierras en esas épocas ) presentes en minerales relativamente raros, se los llamó originalmente tierras raras. Aunque este nombre muchas veces se continúa empleando, su utilización resulta en cierto modo desafortunada, por las implicancias que el término raras sugiere.
El descubrimiento de la primera tierra rara se produjo en 1787 por el lugarteniente de artillería sueco C.A. Arrhenius. El halló un feldespato en Ytterby, pequeño pueblo situado a 30 Kms de Estocolmo y lo llamó Ytterbita (Galonita, actualmente). En su composición se halló un nuevo mineral que fue bautizado como Itrio. A lo largo del siglo XIX y comienzos del XX se descubren todas las demás tierras raras. En la segunda mitad del siglo XX se logran aislar todos sus elementos a nivel industrial y se inicia su incorporación a diferentes productos comerciales.
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