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Desde hace unos días el tema del racismo ha tomado relevancia por el enfrentamiento entre el director de la organización Chao Racismo y el humorista que representa el personaje del 'Soldado Micolta', un personaje que a través del 'blackface' -en otros lugares censurado- presenta los estereotipos con los que suele asociarse a los afrocolombianos. Pero ¿qué tan racista es el colombiano que suele decir que no lo es?

Tras la disputa entre estos dos personajes nadie se ha pronunciado acerca de la polarización que este enfrentamiento ha causado entre la ciudadanía. Por un lado están quienes consideran que el humor “no debe tener color” y por el otro estamos los que creemos que ningún tipo de discriminación es aceptable, así sea de la forma más sutil y aprobada: riéndose.

Y es que en Colombia el racismo aún está implícito en el trato diario entre las personas. Frases como “trabajo como negro para vivir como blanco” o “yo no soy racista, es solo que no me gustan las negras” se escuchan todos los días sin que muchas personas vean que con estos argumentos se está contribuyendo a una construcción de representaciones desiguales, a una injusticia social que se ha implantado en la ciudadanía a través del lenguaje y a una visión terriblemente diferenciadora del otro.

En la Encuesta de Cultura Ciudadana de Corpovisionarios hemos medido durante cerca de ocho años la tolerancia de las personas a la diversidad racial, preguntando por una de las formas más básicas de aceptación: tener como vecino a alguien de color de piel distinto.

Y los resultados son sorprendentes, dos de cada 100 personas no quisieran a alguien de color distinto viviendo a su lado. En algunas ciudades estos valores son mucho más altos, como Ocaña o Providencia donde aumenta a 10 de cada 100 (en esta última paradójicamente el color distinto preponderante es el blanco y no el negro); en otros lugares como Tunja, Buenaventura o Villavicencio este porcentaje es cercano al 5 % y en Bogotá, Medellín y Barranquilla este índice ha estado cercano al 3 %. Parecería entonces que el racismo no está sectorizado o regionalizado, sino que es más homogéneo a nivel nacional de lo que se cree.