No nos dejamos engañar por el colorido de sus calles, el frio inunda cada rincón de ellas y nos llega a congelar hasta la sangre.
Pero la inmensidad y magnitud de sus edificios no desmerece ni siquiera ante el frio del invierno, la vida sigue adelante pasando inadvertido.
El color penetra en mi objetivo casi sin querer llenando de vida las imagenes capturadas.