EDITORIAL
Vivimos en un mundo espectacular. No tanto por fascinante, sino porque estamos inmersos en una sociedad del espectáculo en la cual la información constituye la materia prima para generar riqueza.
“El que tiene la información, tiene el poder”. Esta es una de esas frases célebres que le enseñan a uno desde chiquito, de esas que lo motivan a estudiar, a leer y a aprender dizque para “tener futuro”, “conseguir dinero” o “alcanzar poder”.
Sin embargo, al percatarnos de que la información es hoy un bien intangible, inmaterial y costoso, y de que se compra y se vende tal cual una mercancía, esta perspectiva se invierte completamente.
Entonces, llega el desencanto al darnos cuenta de que, contrario a lo que uno pensaba chiquito, el que tiene el poder es quien tiene la información. Y crece ese desencanto al ver que el imaginario de “poder” ya no es más aquel representado por una corona o por una persona. Ese “poder” lo constituye ahora todo un sistema de conglomerados empresariales, sostenidos por la sólida base del sistema financiero.
Los periodistas de Informáculo no tenemos el interés de copiar las noticias diarias con palabras distintas. Tampoco queremos mantener a la gente actualizada, ni ser la primera fuente de información de los ciudadanos.
Lo que pretendemos es analizar, a luz de la sociedad de la información, esos detalles que evidencian cómo los medios construyen la realidad a su antojo; cómo la información es ahora un bien intangiblemente costoso; cómo las especulaciones políticas mueven la bolsa de valores; en definitiva, cómo somos todos ingenuamente partícipes de una misma realidad que está mediatizada.
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POR REDACCIÓN INFORMÁCULO