Idea segunda: control del tipo de
videojuego utilizado
Idea tercera: fomentar otras actividades de ocio
S
E
eguro que la mayoría de los padres están preocupados por muchas actividades que realizan sus hijos
y que pueden afectar a su desarrollo físico y psíquico,
por ejemplo: con quién salen, qué beben, si fuman o no, qué
tipo de películas ven, los libros que leen, etcétera. Por tanto,
es de sentido común que también les preocupen los contenidos o la temática de los videojuegos que utiliza la prole.
Para conocer de qué van los videojuegos de moda en el
hogar, lo ideal es que los propios padres jueguen alguna
vez, mucho mejor si es con sus hijos, apesar del riesgo
evidente de sufrir la más humillante de las derrotas. O, por
lo menos, que estén presentes alguna de las veces que
juegan los hijos.
También se puede recurrir a la información que sobre el
juego en cuestión hallaremos en las revistas especializadas o en muchos sitios de Internet. Por supuesto, se consultará la valoración que hacen los propios fabricantes en
virtud del código PEGI, de aplicación en muchos países
de la Unión Europea. Incluso puede compararse con la
que realiza su equivalente estadounidense. Con toda la
información en la mano y habiendo experimentado este
entretenimiento digital, tomar partido, con voz y voto, en la
compra de videojuegos.
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n cierta ocasión escuchamos comentar que un padre
de familia numerosa decía que a los hijos no había
que prohibirles hacer cosas, lo que había que hacer
era darles oportunidades de hacer muchas y muy variadas. Nos pareció un “modus operandi” realmente genial,
eso sí, muy sacrificado para los progenitores que deberán
negarse a sí mismos en muchas ocasiones.
Lo cierto es que muchos autores indican que el abuso de
los videojuegos puede ser consecuencia de un inadecuado clima familiar, que obliga a los hijos a llenar muchos
vacíos existenciales con esta modalidad de entretenimiento.
Un entorno familiar que ofrezca diversidad de actividades
de ocio favorecerá que el uso de estos juegos se sitúe en
su adecuado contexto. Ahora bien, esto será más difícil
cuanto mayor sea el retoño, por lo que no hay tiempo que
perder, cuanto antes empecemos, mejor.
Ante una sospecha con cierto fundamento de que nuestro
pequeño esta callendo en una adiccion compulsiva a los
videojuegos y el ambiente tampoco es muy sano para la
crianza, debemos acudir a quién pueda ayudarnos: profesor, orientador, psicólogo, etcétera.