LUGARES INFINITOS
número 5, no recuerdo el primer viaje hacia A la izquierda estaba Bertha que era todo lo
ti, pero sin querer queriendo me aprendí el contrario. Bertha y su esposo, Gabriel, se
camino y también sin querer queriendo lo habían conocido en la Universidad Nacional
llamé camino acaso. Eres, eras y serás donde ambos estudiaron economía hace
austera, sencilla, casi una casa más del muchos
pueblo, podrías parecer insignificante y aun muchas cosechas, también tenían dos hijos
así eras, eres y serás todo. No puedo hablar es más me acuerdo que una vez uno
de apareció como extra en Tú Voz Estéreo.
ti,
porque
para
que
alguien
me
años.
Gabriel
y
Bertha
tenía
entendiera tendría que haberlo sentido y
nade sabe lo que uno siente más que uno, Bertha rezaba mucho y al frente, en el
entonces todo lo que podría llegar a decir bosque, había una estatua de la virgen a la
es mediocre. que yo la acompañaba a ponerle flores. Esa
virgen debería dar con mi casa, pero daba
Cambio todas mis rumbas, por un fin de con la de ella y todos sabíamos que había
semana otra vez en ti, al lado de los abuelos. aprovechado que Gabriel era el presidente
En el lugar en el que tenía mi propio rosal y de la corporación para que eso quedará así,
le llevaba ramos de rosas bebés a mi mamá, pero nadie le decía nada.
un árbol de naranjas que nunca supe
calcular el momento indicado para cortar,
un viejo y oxidado sube y baja en el que
supongo alguna vez jugaron mi mamá y mis
tíos, las sillas de mi bisabuela Maria Elisa,
una chimenea que nunca vi encenderse,
chocolate caliente todas las mañanas, el
cuadro de Rasputín que el abuelo quitaría
después porque a mí me daba miedo y
sobretodo eso, los tenía a ellos.
A la derecha estaban Ramiro y Clemencia
con su perrito Milú, su casa era grande y de
dos pisos, ellos eran dos viejitos “rebeldes”
Foto por : Nathalia Segato
porque tenían su césped más alto de lo que
el manual de copropietarios permitía. Yo iba
a su casa luego del almuerzo y llevaba el
Foto por : Tom Thain
libro de filosofía que me había regalado mi
abuelo y hablábamos sobre lo que yo había
leído, ellos llegaban muy tarde y una vez me
puse a tirar piedritas en el laguito que
tenían, después me enteré que al parecer
alguien se había metido a su casa y había
matado a muchos peces de ese laguito.
Nunca les pedí perdón.
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INFINITO | 2019