INFILTRACIÓN MUNDIAL - SALVADOR BORREGO E. Infiltración Mundial (Salvador Borrego E.) | Page 30

Nuevo León, Coahuila, Zacatecas y parte de Tamaulipas. Todos se ostentaban como españoles y católicos pero no lo eran ni de sangre ni de espíritu. En 1589 fue descubierta su maniobra y se le puso fin. Luís de Carvajal murió en la cárcel, apesadumbrado por su fracaso. A fines del siglo XVlll llegaron d la Nueva España, con el Virrey Juan Vicente de Güemes, varios infiltrados que trabajaban contra el Estado y la lglesia. Algunos de ellos eran el pintor Felipe Fabris, el cocinero Juan Laussel, el médico Juan Durrey, Vicenie Lulié, Juan Domingo de Roy, Juan Aroche, y otros, que fueron descubiertos y procesados. Es asimismo un hecho histórico que cuando Napoleón invadió a España en 18O8 contó con la complicidad de muchos falsos españoles que se hallaban infiltrados en puestos importantes. Otros que se aliaron al invasor eran traidores a secas, acomodaticios que buscaban su propio beneficio, sin años de premeditación. Pero los que mucho tiempo antes aguardaban órdenes y se fingían adictos a las instituciones nacionales para apuñalarlas por la espalda en el momento oportuno, eran infiltrados. Ellos descendían directa o indirectamente del "Soberano Pontífice y Gran Maestre del Palladium Sagrado", don Esteban Morin. Además de los casos enumerados hay otros muchos de igual o menor importancia en diversas épocas y países. Ciertamente el arma de la infiltración no es nueva, pero hacia principios del siglo XVlll la utilizaron grupos reducidos que actuaban aisladamente" En la segunda mitad de ese siglo y a principios del siglo XIX empezaron a actuar grupos mayores en Francia, Inglaterra y España. Entonces se puso de manifiesto que ese tenebroso sistema de lucha era terriblemente eficaz, que influía en el destino de toda una nación y que tenía ramificaciones internacionales. Y en el siglo XX la Infiltración surge como un arma universal, cuya meta es el mundo entero. Por primera vez la infiltración es en el siglo XX una arma perfeccionada, plena de sagacidad y sutileza, que se dirige no únicamente contra una lglesia o contra un Estado, sino contra todas las lglesias y contra todos los Estados. Por primera vez, en el siglo XX, la infiltración no sólo busca destruir un sacerdocio o derrocar un régimen, sino apoderarse de todos los sacerdocios y de todos los regímenes políticos para convertirlos en instrumentos suyos. Por primera vez, en el siglo XX, la infiltración no sélo busca dinero y poder político, sino además el control total, absoluto, de la vida del hombre. Y por primera vez, en este siglo, la infiltración no sólo trata de dominar al hombre despojándolo de la propiedad privada y de las libertades ciudadanas, sino que busca también privarlo de la libertad de conciencia. Hasta hace poco se pensaba que el hombre podía en todo caso ser privador de la libertad de expresión, pero que era imposible privarlo de la libertad de pensar. El pensamiento parecía hallarse íntimamente guardado, inaccesible a la coerción. Vulnerable si quería expresarse pero intocable si se retiraba al silencioso relicario del propio ser. Contra este íntimo tesoro del alma viene en el siglo XX la infiltración 30