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INFILTRACIÓN MUNDIAL
El general Navarre, último comandante del ejército francés en Indochina, dice
que cuando se iba a lanzar un ataque contra las rojos y no se informaba
previamente al Alto Mondo en Paris, el enemigo era tomado por sorpresa. En
cambio, si el Alto Mando en Paris tenía conocimiento de una inminente ofensiva
francesa, los comunistas eran oportunamente avisados.
El presidente de los ex combatientes de Indochino declaró (24 de orbi de
.1956), “En los momentos en que los batallas eran más duras, los franceses
eran traicionados en el mismo despacho del alto funcionario encargado de
vigilar esos secretos. Los decisiones tomadas en Paris eran conocidas por el
Viet Minh antes de que nuestros propios generales tuvieron conocimiento de
ellas.”
Simultáneamente la gran prensa “frances a” presentaba del mejor modo posible
al enemigo y de la peor manera al ejército francés.
Desorientada, fatigada, confundida, la opinión pública francesa quedó
escindida. Después de 8 años de una guerra en que sólo se perdían hombres y
dinero, sin que se hiciera nada efectivo para triunfar, el Primer Ministro Mendez
France, de una eminente familia judío-francesa, entregó en Ginebra la mitad de
Indochina a los comunistas.
Así nació el Vietnam del Norte (marxista) y el Vietnam del Sur (independiente).
No fue ese el resultado de un triunfo militar comunista, sino del Movimiento de
lnfiltración que operaba en Paris.
Después la historia se repitió, paso a paso, en Argelia. Las tropas francesas
luchaban y morían. Pero su principal enemigo no eran los terroristas rojos, sino
lo traición que operaba a sus espaldas, en los más altos puestos del mando.
En octubre de 1957 el Ministro de la Guerra, M. André Morice, dijo: “Nos
hallamos ante una vasta conjura que reúne a los enemigos de Francia, para
que el ejército y la nación vean frustrada una victoria en Argelia, la cual
después de tontos esfuerzos, esta al alcance de nuestra mano…No podemos
aceptor ya la prolongación de los sacrificios si se permite que aquí pueda
hacerse la apología de la rebelión, la apología de lo traición, si se permite que
en nuestro propio suelo sigan actuando los que, de hecho, arman y sostienen
los brazos de los que matan a nuestros soldados.”
En esos días el ejército francés era acusado y calumniado por los “humanistas”,
por los liberales y por los “progresistas”.
Los jefes militares trataron varias veces de influir en el poder político para que
se hiciera una depuración, pero les falto visión y recurrieron a De Goulle, a
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