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INFILTRACIÓN MUNDIAL
hallaban bien colocados desde muchos años antes y que sólo esperaban el
momento oportuno de actuar. Todos ellos eran de origen judío. Y aunque
muchos habían nacido ya en Norteamérica, ¿qué de extraño tenía que
trabajaran en favor del marxismo, si éste es creación hebrea desde Marx y
Trotzky hasta Lenin, Stalin y Brejnev?
El descubrimiento de eso Infiltración que le entregó la bomba atómica a la
URSS fue obra del azar, o sea de la denuncia y de las pruebas iníciales que
aportó el agente soviético Igor Guzenco, y puso de manifiesto que ni el
competente FBI de Estados Unidos, ni el hábil Scotland Yard de Inglaterra
habían detectado tan grave peligro.
Ambos servicios de inteligencia habían fallado, lo mismo que lo Gestapo
durante la guerra, porque sus métodos eran eficaces para combatir el
tradicional sistema de espionaje, pero no para hacer frente al Movimiento de
Infiltración, que se mueve en los planos más elevados a través de personajes
con altos puestos oficiales.
¡COMO! ¿PERSONAJES TAN RESPETABLES?
En Alemania nadie podía imaginar que un general nacido en Alemania, con 30
años de intachable hoja de servicios, hubiera sido secretamente preparado para
servir como infiltrado. Nadie podía concebir que ese personaje estuviera
enviando secretos a la URSS Que costaban la vida de millones y millones de
soldados alemanes.
A su turno, en Estados Unidos nadie podía imaginarse que altos jefes políticos,
afamados científicos, etc., colmados de distinciones, ocultaran en las tinieblas
de su almo el propósito de ayudar a la URSS a costa de los mismos Estados
Unidos.
Y otro prueba más surgió occidentalmente cuando los americanos Elizabeth
Bentley y Whittaker Chambers desertaron de un grupo de infiltración,
horrorizados de lo que habían visto, y aportaron datos. Ambos habían sido
adoctrinados por el Dr. Rosenbliett y por Alexandre Goldberger. Lo pista llevaba
directamente a Harry Dexter White, John Abt y Alber Hiss. Los tres eran figuras
de lo alto política, ampliamente conocidos en Estados Unidos.
La Comisión de Encuesta Sobre Actividades Antinorteamericanas se resistió o
creer aquello; varios comentaristas judíos de prensa y Televisión ridiculizaron la
acusación e infamaron a los declarantes. Llegó o pedirse que el caso se
archivara. Pero el entonces senador Richard Nixon (después Presidente) se
empeñó en que continuara la investigación.
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