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Salvador Borrego
de radio instalada especialmente para él en Marsa Matruh –atrás de El
Alamein-, comunicaba día y noche y daba las informaciones más importantes
de carácter estratégico a su jefe, el almirante Maugeri, del Servicio Secreto de
la marina italiana, a quien se condecoró después de la guerra con la más alta
distinción americana. El mismo oficial organizó más tarde el desembarco de
agentes norteamericanos en la costa italiana y procuró ponerlos en contacto
con importantes oficiales del Estado Mayor en el Ministerio de la Marina
Italiana.”
El general Alabrooke, jefe del estado Mayor del Imperio, dice en sus “memorias”
que cuando visitó al 8º ejército, a mediados de agosto, “Montgómery llevaba
muy pocos días en su puesto… y ya sabía con toda exactitud que Rommel
atacaría en un momento determinado… y precisamente en el frente meridional,
con objeto de oscilar después hacia el norte.”
El general Sir Brian Horrocks, jefe del XIII cuerpo, dice que se adoptaron
medidas en detalle contra el plan de Rommel. Cuando éste atacó, el 30 de
agosto, Montgómery ya le conocía todos sus próximos movimientos. La finta en
el flanco norte no surtió efecto, y el ataque en el flanco sur fue detenido en un
laberinto de artillería y tanques adecuadamente ubicados.
La ofensiva fracasó. En octubre, Montgómery se lanzó contra el Afrikakorps.
Disponía ya de mil cañones, uno por cada 10 metros, y de 400 tanques, frente a
100 tanques del Afrikakorps.
Al noveno día de lucha, o sea el primero de noviembre, Montgómery abrió
grandes brechas. Los ametralladoristas alemanes se quedaban en agujeros,
agachados, para que pasaran los .tanques e interceptar después a la infantería.
No podían atacar a los tanques porque ya se les habían agotado las granadas.
Luego los tanques se detenían sobre los agujeros y giraban sobre sí mismos
para hacer caer tierra sobre los pozos y enterrar vivos a los ametralladoristas.
La situación era ya insostenible y Rommel se lo comunicó a Hitler el día 2 de
noviembre. Al día siguiente Rommel recibía un mensaje de Hitler que
aparentemente era una respuesta: ''No sería la primera vez en la historia que
una voluntad más fuerte triunfara contra unos batallones más fuertes. Usted no
puede mostrar a sus tropas otro camino que el de la victoria o la muerte.”
Rommel consideraba insensata esa orden. El mariscal Kesserling compartía
ese criterio.
En realidad, Hitler ignoraba el mensaje de Rommel cuando redactó el suyo el
día 2, y el mensaje de Rommel lo recibió al mediodía del 3.
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