INFILTRACIÓN MUNDIAL PDF - NUEVA EDICIÓN MEJORADA Infiltración Mundial PDF actualizado | Page 197

INFILTRACIÓN MUNDIAL Roessler) volvió a ser pescada. Por el modo de oprimir la llave transmisora no cabía duda (para los peritos) de que se trataba de la misma emisora. Pero ya la clave era distinta. Había que empezar de nuevo a tratar de descifrarla. Además, ¿dónde estaba esa estación? De los primeros datos que pudieron averiguarse se deducía que podía hallarse en Madrid, Toulouse, Ginebra, Nurenberg o puntos intermedios. Después, atando pequeños indicios, sacando cálculos complicados, se concluyó que la transmisora se hallaba en Suiza. La Gestapo tenía comisionado a uno de sus peritos, Walter SchelIenberg, para averiguar algo en Suiza. ¿De ahí salían los informes secretos para Stalin? ¿Y cómo le llegaban de Alemania? Suiza se hallaba bajo la presión aliada y no estaba dispuesta a prestarle ninguna colaboración a Alemania. Habla movilizado un ejército relativamente fuerte y presentaría resistencia a cualquier presión procedente de Alemania. En esas circunstancias Schellenberg trató de ganarse la confianza del coronel Roger Masson, jefe de los Servicios de Información y Contraespionaje de Suiza. Realmente, eso era imposible, pero cuando menos Schellenberg quería entrar en co ntacto con él. Valiéndose de diversas argucias Scheilenberg concertó una entrevista con Masson en territorio suizo, cerca de la frontera. Era octubre de 1942. El tiempo apremiaba. Luego consiguió otra entrevista en noviembre. Pero no podía precipitarse y lo más que había logrado era ofrecerle colaboración a Masson y hacerle algunos pequeños servicios, como dejar en libertad a unos espías suizos de poca importancia. En vista de la filtración de secretos, Hitler había ampliado (12 de julio) la "Orden Fundamental" que desde 1940 regía el mantenimiento del secreto militar. Se establecían penas más severas para los infractores. Una gran profusión de carteles llamaba la atención pública sobre "el enemigo que escucha" y se recomendaba no platicar nada, no comentar nada que implicara el más insignificante dato milita. Pero el enemigo invisible se hallaba mucho más arriba… (¡Claro!...¡Era el 38 Jehová-Satanás, dios de los judíos!) Por su parte, las estaciones radio-investigadoras seguían acechando el espacio ininterrumpidamente y pescaron otras emisiones en claves desconocidas. Después del correspondiente trabajo de descifrarlas y de hacer complicadas 38 Nota de los editores digitales de este libro. 197