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INFILTRACIÓN MUNDIAL
Esa noche, a las nueve, ocho ejércitos alemanes, con cien divisiones,
recibieron la palabra clave “Dantzig”, para iniciar el ataque a las 5:30 de la
madrugada.
El plan esbozado por Hitler y afinado por el general Von Manstein dividía el
frente en tres sectores: norte, centro y sur,
En el sector norte el general Von Bock coordinaba tres ejércitos.En términos
figurados estos hacían las veces de un capote que Penetrando por el norte de
Bélgica atraería a las fuerzas inglesas, francesas y belgas.
En el sector central el general Von Rundstedt coordinaba a otros cuatro
ejércitos alemanes, a manera de espada que se clavaría hacia el corazón de
los ejércitos aliados. En este sector se habían concentrado siete divisiones
blindadas, dirigidas por radio, que avanzarían lo más rápidamente posible,
eludiendo ciudades y puntos fortificados enemigos.
En el sector sur del frente el general Ritter Von Leeb, con dos ejércitos,
acosaría y fijaría sobre el terreno a las tropas francesas de la Línea Maginot.
Propiamente en este sector no se intentaría avanzar.
Del lado alemán había cien divisiones, aproximadamente millón y medio de
soldados. Por la parte aliada había 155 divisiones, aproximadamente dos
millones trescientos mil hombres. Estas cifras eran notoriamente desfavorables
para Alemania e infundían serios temores a varios generales, pero Hitler
confiaba en ciertas ventajas de la organización alemana, del nuevo armamento
y de la acometividad de la tropa.
Este último factor imponderable comenzó a hacerse sentir desde que principió
la lucha. La oficialidad y los soldados se lanzaban con resolución hacia las
posiciones enemigas; ponían en la batalla un espíritu superior al simple
cumplimiento forzoso de una orden. Las bajas no los paralizaban. Los tanques
se mantenían intercomunicados por radio, se aproximaban lo más posible a la
artillería enemiga, corriendo riesgos, pero luego abrían el fuego
concentradamente y producían un efecto desquiciante en la moral del
adversario.
Los 2,800 tanques alemanes eran inferiores en número a los tanques aliados,
algunos de los cuales tenían mayor blindaje y mayor cañón, pero aquéllos
operaban concentradamente y a mayor velocidad.
Los Stuka también se mantenían enlazados por radio con las divisiones
blindadas, se picaban sobre el fuego antiaéreo hasta menos de mil metros de
altura y daban la impresión desconcertante de creerse invulnerables. Pegarse
al enemigo, a despech o de las bajas que eso ocasionara para hacerle fuego
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