Imago Agenda 207, otoño 2020 Agenda 207 | Page 50

LETRA VIVA LIBROS | Av. Coronel Díaz 1837 | Ecuador 618 | Buenos Aires, Argentina | Telefax 4825-9034 | www.imagoagenda.com ponde el estado de libertad, pero ese estado proviene de una capacidad que, según Kant, suspende toda particularidad y toda inclinación para acceder a un universal: la belleza enun- ciada por el juicio de gusto. La libertad del estado estético proviene de la libertad propia del juego de las facultades como posibilidad del juicio de gus- to que Kant estudia al comienzo de la Kritik der Urteilskraft. El juicio de gusto (expone Kant), es el juicio que enuncia que algo es bello y tiene la pretensión de universalidad al mismo tiempo que afirma, paradójicamente, que lo bello gusta sin con- ceptos. Esto quiere decir que el juicio de gusto exige aproba- ción sin que haya conflicto alguno sobre el valor de su enun- ciado. El juicio de gusto no es un juicio privado, tampoco es un juicio empírico referido a objetos: la existencia del objeto ha de ser indiferente al acto de juzgar su universalidad, que no puede recurrir a la unilateralidad de lo físico, de lo lógico o de lo moral, no puede recurrir por lo tanto a algún concep- to del objeto, no hay regla, ley ni norma del objeto por el cual podría decirse que se trata de un objeto bello (caso contrario no sería un juicio de gusto). Estamos, dice Kant, ante algo notable, un juicio particular que exige universalidad, pero hay algo más notable aún, este juicio de gusto sin concepto po- sibilita la manifestación de una facultad de conocer que no ha- bía aparecido como tal, estamos entonces ante una universalidad que no depende del concepto del objeto, una universalidad que Kant llama estética y que consis- te en la validez común (Gemein- gültigkeit) (KU, parág. 8) del jui- cio que tiene vigencia exclusiva en la comunidad de los que juz- gan (ganze Sphäre der Urteilen- den). Ahora bien, en la base del juicio de gusto existe una capa- cidad universal de comunicación que está como condición del jui- cio y que debe tener como con- secuencia el sentimiento de pla- cer. Esta capacidad de universal comunicabilidad implica una disposición de las facultades del conocimiento, lo que le permite a Kant hablar de un sentimien- to de esa disposición en el cual ninguna facultad se impone a la otra sino que estamos ante el juego libre de esas facultades. Este es el punto que es necesario retener. Lo que aquí tiene lu- gar consiste en poner en juego las capacidades del sujeto que ningún concepto determinado limita y que no pueden some- terse a una particular regla de conocimiento. Ese libre juego garantiza la verdadera universalidad estética porque asegura la capacidad de sustraerse a toda particularidad impuesta por las fuerzas de representación (Vorstellungskrafte). Cita de Kant: “Las capacidades del conocer (…) son puestas en juego, están aquí en un juego libre porque ningún concepto determinado las restringe a una particular regla de conocimiento” (KU, pa- rág. 9). Lo que se comunica en el juicio de gusto, cito a Kant, “tiene que ser el Gemützustand”, el estado en que está el ánimo (Gemüt) en su totalidad, y ese estado es el “sentimiento del li- bre juego de las capacidades de la representación”. La univer- sal comunicabilidad de tal disposición, propia de la “comuni- dad de los que juzgan” determina que necesariamente place lo que es bello y no que algo es bello porque place. 50 | Imago Agenda | N° 207 | Otoño 2020 Nos encontramos ante la idea de un estado en que están com- prometidas, en su libre juego, las facultades del ánimo, esta- do cuya posibilidad de comunicabilidad hace posible el juicio de gusto que enuncia algo como bello de modo universalmen- te válido. Cuando Schiller afirma que la libertad es efecto de la naturaleza y que no comienza a existir hasta el momento en que el hombre está completo, toma como punto de partida ese mismo espacio en que tiene lugar el juego de las capacida- des. En ese espacio es posible, en principio, la libertad, pues la naturaleza ya no constriñe ni condiciona ningún aspecto del sujeto. El estado del sujeto, su modo de ser allí está comple- to. Es libre de la naturaleza en el momento que él es efecto de la naturaleza, es decir, en el momento que (ya) ha hecho su experiencia con ella, en el momento que la ha dejado detrás de sí, que la ha abandonado y gana, gracias a este abando- no, su propia libertad. La naturaleza sólo es naturaleza cuan- do ha sido abandonada por el espíritu y el espíritu la abando- na sólo cuando accede a su cumplimiento, cuando “está com- pleto”, cuando es libre. Mientras el espíritu no ha comenzado, no está completo, la naturaleza, la sensibilidad, la necesidad física, la sensación (Empfindung) son en él una fuerza. Pero la única fuerza (Macht) que puede haber en el hombre, advierte Schiller, es la voluntad y no se le puede atribuir el carácter de fuerza a lo que es un permanente pasaje del impulso (Trieb) (y no fuerza) sensible al impulso racional, de la necesidad físi- ca a la necesidad lógica y moral para fundar así el imperio de la ley (ÄE, XX, 632, 102). Pero el hecho es que, afirma Schi- ller, el hombre no puede pasar de modo inmediato de la sen- sación (Empfindung) al pensamiento (Denken). Por un lado el hombre es pasaje de lo sensible a lo racional; pero no hay pa- saje inmediato de uno a otro, pues para que impere la segun- da debe haber dejado de existir la primera como fuerza domi- nante. Debe haber sido aniquilada (muss vernichtet) la fuer- za de la sensación (para que impere la segunda debe haber sido suprimida-levantada, se trata del célebre término poste- riormente hegeliano (aufgehobene), la primera) para dejar lu- gar al pensamiento (ÄE, XX, 632, 102). Por eso, dice Schiller en la misma carta XX, es necesario dar un paso atrás (Schritt zurück) para pasar a un momento anterior, libre de toda deter- minación, a un momento anterior a aquél en que “sus senti- dos (los del hombre) recibieran la primera impresión”. Es de- cir a un estado de “mera determinabilidad”. Como en el libre juego kantiano, ese estado es independien-