Imago Agenda 207, otoño 2020 Agenda 207 | Page 48

LETRA VIVA LIBROS | Av. Coronel Díaz 1837 | Ecuador 618 | Buenos Aires, Argentina | Telefax 4825-9034 | www.imagoagenda.com hace tiempo ya ha comenzado a morir pues ha encapsulado toda experiencia en los laberintos de una subjetividad autorre- ferencial e impotente incapaz de interrogar a la obra como tal. Quisiera destacar dos aspectos decisivos de este Seminario de los años 36/37. Uno de ellos es el hecho que en su ocupa- ción con Schiller encuentra Heidegger la idea de paso atrás (Schritt zurück), de importancia decisiva en el despliegue de su pensamiento posterior. Y el otro es el surgimiento de un concepto de imagen (Bild) o de presentación figurativa, (bildlicher Darstellung), centra- do en la acuarela La Liebre (Der Hase) de Albrecht Dürer que tiene como antecedente lecciones de 1925/26 donde se cita el Ciervo en el bosque (Rehe im Walde) de Franz Marc (GA 21, 363) y los Sonnenblumen de Van Gogh. Este concepto de ima- gen ha sido recuperado y tematizado por la Teoría del acto icó- nico desarrollada actualmente por Horst Bredekamp y Gott- fried Boehm en Alemania, que han contribuido a hacer de este Seminario un documento fundamental para nuestra compren- sión contemporánea del arte. III Las Cartas sobre la educación estética del hombre (1795) de Friedrich Schiller es el texto en el que Heidegger encuentra el término paso atrás (Schritt zurück) cuyo sentido, como la in- vestigación ha mostrado, estaba ya delineado a través de sus lecturas de Lutero y San Pablo en Friburgo y Marburgo, y se convertirá con el tiempo en un término clave para su herme- néutica no-metafísica. Las Cartas de Schiller, en la estela de Kant (especialmen- te de la tercera Crítica), se proponen mostrar la problemáti- ca significación del arte en el mundo inaugurado por la Gran Revolución de 1789. De las 27 cartas que constituyen el célebre ensayo, la núme- ro 20 es central para la economía especulativa de toda la obra, como lo es también para Heidegger porque allí se encuentra, en su inicio, la expresión paso atrás (Schritt zurück), aunque ex- trañamente Heidegger no cite ese pasaje en ningún momento. Ahora bien, qué significa en general paso atrás, ¿paso desde dónde hacia dónde? Tanto el punto de partida de la reflexión de Schiller como el de la interpretación de Heidegger tienen algo en común. Ambos parten de la “necesidad actual” del mo- mento presente, o más precisamente según Identität und Di- fferenz, de “la marca (Prägnung) temporal que lo ha destina- do” (IuD, 58). Pero vamos a la lectura de Schiller hecha por Heidegger: afirma allí, se trata de un “paso (Schritt) (yo su- brayo) que hace época” (SB, 38). Lo que Heidegger primero percibe es que en Schiller tiene lugar un giro, una transfor- mación fundamental entre dos “épocas”, y Schiller pertenece a ambas. La nueva época está signada por “un giro en direc- ción a la historia” (38). Como afirmara Peter Szondi: “El muro que separa a Kant de la Goethezeit es el pensamiento históri- co”, la figura de Schiller se identifica con una nueva experien- cia de la historia; recordemos simplemente el conocido verso del poema Resignación: “Die Weltgeschichte ist das Weltgeri- cht” que podría traducirse aproximadamente como “La histo- ria universal es el juicio final”. Aquí la historia universal (lite- ralmente la historia del mundo) se convierte en ejecutora del tribunal de la pura razón. Toda la filosofía de Schiller se con- figura desde dentro de la obra de Kant, en un gigantesco y no disimulado esfuerzo de apropiación y diferenciación, especial- mente de la tercera Crítica. 48 | Imago Agenda | N° 207 | Otoño 2020 Interrogamos, siguiendo a Heidegger, sobre lo que era para Schiller la “necesidad actual”, la “marca histórica” de su pun- to de partida. Para ello se necesita dar un rodeo alrededor de las Cartas al príncipe Friedrich Christian von Schleswig-Hols- tein-Sonderburg-Augustenburg de 1793 que fueron en parte la base de las Cartas sobre la educación estética; leemos allí: “Una nación ingeniosa valerosa… ha empezado a abando- nar violentamente su estado social positivo para (dirigirse a un estado) en el que la razón es la única y absoluta legisla- dora” (EFH, 93, 94). No se dice nada distinto a lo que afir- mó Kant y tantos intelectuales alemanes acerca de la Revo- lución: lo que antes decidía el derecho del más fuerte, aho- ra depende del “tribunal de la razón pura”. Pero el hecho es que Revolución y tribunal han fracasado estrepitosamente y esta situación afecta el mismo sentido del arte. Si realmen- te la razón se hubiese encarnado en una legislación política (es decir, si se hubiera hecho realidad aquella consigna po- lítica “Reino de Dios en la tierra”) entonces, sostiene Schi- ller, sería necesario despedirse para siempre de las musas, es decir, abandonar la poesía, dejar el arte, para dedicar todas sus fuerzas “a la más señorial de todas las obras de arte, a la monarquía de la razón” (EFH, 100). Destaco esta idea políti- ca fundamental, el estado como obra de arte es la magna ta- rea que la “marca histórica” del presente ha desviado en be- neficio del arte y la poesía. ¿Por qué el arte sustituye la ta- rea política propiamente dicha?, en qué consiste “ocuparse en la obra de arte más perfecta que cabe: el establecimien- to de una verdadera libertad política” (ÄE, II, 572, 15). Para Schiller, como para casi todos los poetas y pensadores de ese mundo, estas cuestiones son perfectamente normales, como lo es también la respuesta: ya no hay esperanzas, estamos ante el momento en que las promesas de la Ilustración han sido quebradas. El “nuevo amanecer” que representó la Re- volución, las esperanzas y promesas de justicia y racionali- dad política han desaparecido. Con el Terror la posibilidad de una reconstrucción moral del mundo en la que “la luz triun- fe sobre la oscuridad” se ha esfumado. “El género humano no se ha emancipado de la tutela de la violencia”. La “Nece- sidad actual”, la destinación presente, significa simplemente que el hombre está hundido en la barbarie. Estado de barba- rie significa para Schiller dominio del entendimiento por un sentimiento (léase Robespierre y el Terror). “El otro estado (afirma Heidegger), en el que el sentimiento domina al en- tendimiento, es el estado salvaje. La Revolución Francesa es la exigencia del puro dominio de la razón, que no logra inte- grar el puro dominio del entendimiento en la totalidad (pala- bra subrayada por Heidegger) del hombre” (SB, 66). Ante la barbarie Schiller exige entonces “una reforma de la manera de pensar” (EFH, 103) y enuncia de este modo su programa estético-político: “Se tendrá que empezar por crear ciudada- nos para la constitución, antes que se pueda dar a los ciuda- danos una constitución” (EFH, 104). Esto último es precisa- mente lo que no hizo la Revolución. Dónde han quedado entonces las esperanzas y promesas de la Ilustración, dónde realmente existen, es decir, dónde tie- nen su realidad efectiva sensible. “El romano del siglo prime- ro había ya doblado la rodilla (…) cuando aún manteníanse erguidas las estatuas (…) y los templos conservaban su an- tigua majestad cuando los dioses eran objeto de burla” (ÄE, IX, 594, 48). La respuesta dice: en las esculturas y en los tem- plos, es decir, en las obras de arte. Lo que no hizo la Revolu- ción, lo que prometió sin estar en condiciones de realizarlo,