Imago Agenda 207, otoño 2020 Agenda 207 | Page 37

LETRA VIVA LIBROS | Av. Coronel Díaz 1837 | Ecuador 618 | Buenos Aires, Argentina | Telefax 4825-9034 | www.imagoagenda.com Colaboración Freud y Marx, entre la falta y el plus Escribe Diana Litvinoff [email protected] E n una época cercana, dos genios como Freud y Marx pen- saron el fenómeno humano, desde la economía psíquica uno y la economía política el otro. La preocupación por cómo lograr un cambio que alivie la vida y el sufrimiento fue uno de los principales objetivos de sus investigaciones. Am- bos abordaron los conceptos de exceso y falta en las relacio- nes intersubjetivas alrededor de un objeto perdido y anhelado que se intenta recuperar en pos de una supuesta solución a la falta que aqueja al sujeto. 1 Luego, Lacan (1968) enlazó, a tra- vés de una homología, los conceptos de “plusvalía” y “plus de goce”, que aluden a este objeto perdido, que sobra en ocasiones y falta en otras, o sobra para algunos y falta para otros. ¿Cómo soportar lo perdido, qué hacer con el excedente, quién se queda con la diferencia? El sujeto tiende a recuperar lo perdido para poder gozarlo. Ante las dificultades o la imposibilidad surge la inquietud acerca de que no es el suje- to quien goza, sino que resulta gozado. El goce se refiere a las complejas re- laciones de un individuo con el obje- to deseado y el monto de satisfacción que puede experimentar por el usufruc- to de ese objeto (Chemama 1998). Por su vinculación con la demanda de amor expresada en lengua- je, la satisfacción humana está alejada de la simple satisfac- ción de la necesidad. Queda un resto, una diferencia que, pa- radójicamente, va a dar origen a un plus: el deseo, que pone en marcha la búsqueda de cerrar la brecha. Es el producto de esta diferencia, este “plus de goce” que no termina de satis- facerse, lo que mueve el accionar deseante. La falta genera el plus. Se trata de un fenómeno específico, estructural para el ser humano. 2 El destino de esta diferencia es movilizar la bús- queda de reintegrar el resto-exceso resultante o desembarazar- se de él cuando resulta amenazante. En resumen, el deseo se genera a partir de la falta de satisfacción total, queda una di- ferencia, un objeto, un plus originado por una falta, que pone en marcha al aparato psíquico en busca de “nombrar” y recu- perar lo ausentey al mismo tiempo genera una sobrecarga ya que no responde al nirvana. La “falta” en el bagaje instintivo da pie a ese excedente. 3 El psicoanálisis relaciona este proce- so con la denominada “función paterna”. Todo vínculo establece un lazo social ya sea de amo-esclavo, amado-amante, gozador-gozado. ¿Cómo se da la alternancia de sometimientos, de qué modo el esclavo domina también al amo? La fantasía universal de seducción que acusa a un abu- sador responsable de los síntomas del sujeto, contiene, para Freud, el “grano de arena de realidad” ya que el niño es “go- zado” por los padres desde el momento en que un ser inde- fenso necesita de la asistencia de otro poderoso que lo toma como falo o como “basura” para subsanar sus propias heridas narcisistas; se genera una diferencia en ese trato que lo ena- jena. El goce que padre y madre experimentan despierta en el hijo un enigma; algo se le saca, algo se le agrega y motiva el interrogante al cual intentará responder con su fantasma. Al niño se le arrebata y se lo sobrecarga con estímulos sexuales, afectos, fantasías, exigencias que provocan los adultos sin sa- berlo y que dan lugar a una excitación que no puede ser liga- da totalmente. 4 Pero es un fenómeno de la estructura huma- na, no hay más remedio que gozar y ser gozado oscilando en- tre el plus y la falta. Los padres por su parte, por interposición de la ley del incesto, no pueden apropiarse de todo el niño. 5 Ese “plus de goce” es producto de lo imposible de satisfacer del deseo y transforma a todo objeto anhelado en “perdido” a partir de una mítica satisfacción (J. Lacan, 1970). El intento de reencontrarlo conduce a querer agujerear y penetrar a un Otro 6 , ensayando desde las opciones alucinatorias a las crea- tivas. Por su parte, la plusvalía se refie- re a la diferencia entre el valor del sala- rio y el valor del trabajo realizado; es la forma social que adquiere el excedente. Tampoco es pasible de ser reintroyec- tada en su totalidad, algo se tiene que “reinvertir” o resulta irrecuperable.En la plusvalía la diferencia entre el traba- jo y el valor de la mercancía, se le res- ta al obrero y se le suma al capitalista. El valor de uso (de “goce) de una cosa se subordina a la venta y a la ganancia según una lógica social que condiciona la producción de valores. A la vez, esto cosifica las relaciones (se pierde el su- jeto). Así los hombres se relacionan como comprador-vende- dor, pareciera que las cosas (mercancías) tienen vida propia (“fetichismo de la mercancía”) cuando en realidad son expre- sión de relaciones sociales. Podríamos pensar que el fetichis- mo del objeto, que asume características de falo maravilloso, tiene que ver con la ilusión de recuperar a través de su pose- sión lo que se “perdió” en el proceso de producción. La necesidad de supervivencia de la especie lleva a la bús- queda de alimento y de condiciones propicias; pero con la evo- lución del hombre, el encuentro casual con la recolección o la caza devendrá en trabajo transformador de la Naturaleza y pro- ducción en colaboración o con amos y trabajadores. Su apeti- to sexual no dependiente de períodos de celo, según la hipóte- sis antropológica freudiana (1927), lo llevará a constituir una familia estable, que transformará al padre en proveedor de la mujer y los hijos, para los cuales trabajará amén de amar y bus- car ser amado. El trabajo humano genera un valor, se produ- ce de más, no solo para sobrevivir sino una producción sofis- ticada de objetos deseados. La plusvalía no puede recuperarse toda porque no hay modo de reintroyectar el brillo evanescen- te del objeto deseado. Más allá del mejoramiento de las condi- ciones de trabajo, existe algo que resulta imposible de repartir. No sólo Marx habla de trabajo y producción, sino que tam- bién Freud lo hace en relación a lo psíquico. Respecto al chis- te y su relación con el inconsciente, por ejemplo, afirma que la sensación de placer que experimenta el oyente no puede pro- venir ni de la tendencia ni del contenido del pensamiento del Imago Agenda | N° 207 | Otoño 2020 | 37