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Colaboración
Freud y Marx, entre la falta y el plus
Escribe
Diana Litvinoff
[email protected]
E
n una época cercana, dos genios como Freud y Marx pen-
saron el fenómeno humano, desde la economía psíquica
uno y la economía política el otro. La preocupación por
cómo lograr un cambio que alivie la vida y el sufrimiento fue
uno de los principales objetivos de sus investigaciones. Am-
bos abordaron los conceptos de exceso y falta en las relacio-
nes intersubjetivas alrededor de un objeto perdido y anhelado
que se intenta recuperar en pos de una supuesta solución a la
falta que aqueja al sujeto. 1 Luego, Lacan (1968) enlazó, a tra-
vés de una homología, los conceptos de “plusvalía” y “plus de
goce”, que aluden a este objeto perdido,
que sobra en ocasiones y falta en otras,
o sobra para algunos y falta para otros.
¿Cómo soportar lo perdido, qué hacer
con el excedente, quién se queda con la
diferencia? El sujeto tiende a recuperar
lo perdido para poder gozarlo. Ante las
dificultades o la imposibilidad surge la
inquietud acerca de que no es el suje-
to quien goza, sino que resulta gozado.
El goce se refiere a las complejas re-
laciones de un individuo con el obje-
to deseado y el monto de satisfacción
que puede experimentar por el usufruc-
to de ese objeto (Chemama 1998). Por
su vinculación con la demanda de amor expresada en lengua-
je, la satisfacción humana está alejada de la simple satisfac-
ción de la necesidad. Queda un resto, una diferencia que, pa-
radójicamente, va a dar origen a un plus: el deseo, que pone
en marcha la búsqueda de cerrar la brecha. Es el producto de
esta diferencia, este “plus de goce” que no termina de satis-
facerse, lo que mueve el accionar deseante. La falta genera el
plus. Se trata de un fenómeno específico, estructural para el
ser humano. 2 El destino de esta diferencia es movilizar la bús-
queda de reintegrar el resto-exceso resultante o desembarazar-
se de él cuando resulta amenazante. En resumen, el deseo se
genera a partir de la falta de satisfacción total, queda una di-
ferencia, un objeto, un plus originado por una falta, que pone
en marcha al aparato psíquico en busca de “nombrar” y recu-
perar lo ausentey al mismo tiempo genera una sobrecarga ya
que no responde al nirvana. La “falta” en el bagaje instintivo
da pie a ese excedente. 3 El psicoanálisis relaciona este proce-
so con la denominada “función paterna”.
Todo vínculo establece un lazo social ya sea de amo-esclavo,
amado-amante, gozador-gozado. ¿Cómo se da la alternancia
de sometimientos, de qué modo el esclavo domina también al
amo? La fantasía universal de seducción que acusa a un abu-
sador responsable de los síntomas del sujeto, contiene, para
Freud, el “grano de arena de realidad” ya que el niño es “go-
zado” por los padres desde el momento en que un ser inde-
fenso necesita de la asistencia de otro poderoso que lo toma
como falo o como “basura” para subsanar sus propias heridas
narcisistas; se genera una diferencia en ese trato que lo ena-
jena. El goce que padre y madre experimentan despierta en el
hijo un enigma; algo se le saca, algo se le agrega y motiva el
interrogante al cual intentará responder con su fantasma. Al
niño se le arrebata y se lo sobrecarga con estímulos sexuales,
afectos, fantasías, exigencias que provocan los adultos sin sa-
berlo y que dan lugar a una excitación que no puede ser liga-
da totalmente. 4 Pero es un fenómeno de la estructura huma-
na, no hay más remedio que gozar y ser gozado oscilando en-
tre el plus y la falta. Los padres por su parte, por interposición
de la ley del incesto, no pueden apropiarse de todo el niño. 5
Ese “plus de goce” es producto de lo imposible de satisfacer
del deseo y transforma a todo objeto anhelado en “perdido” a
partir de una mítica satisfacción (J. Lacan, 1970). El intento
de reencontrarlo conduce a querer agujerear y penetrar a un
Otro 6 , ensayando desde las opciones alucinatorias a las crea-
tivas. Por su parte, la plusvalía se refie-
re a la diferencia entre el valor del sala-
rio y el valor del trabajo realizado; es la
forma social que adquiere el excedente.
Tampoco es pasible de ser reintroyec-
tada en su totalidad, algo se tiene que
“reinvertir” o resulta irrecuperable.En
la plusvalía la diferencia entre el traba-
jo y el valor de la mercancía, se le res-
ta al obrero y se le suma al capitalista.
El valor de uso (de “goce) de una cosa
se subordina a la venta y a la ganancia
según una lógica social que condiciona
la producción de valores. A la vez, esto
cosifica las relaciones (se pierde el su-
jeto). Así los hombres se relacionan como comprador-vende-
dor, pareciera que las cosas (mercancías) tienen vida propia
(“fetichismo de la mercancía”) cuando en realidad son expre-
sión de relaciones sociales. Podríamos pensar que el fetichis-
mo del objeto, que asume características de falo maravilloso,
tiene que ver con la ilusión de recuperar a través de su pose-
sión lo que se “perdió” en el proceso de producción.
La necesidad de supervivencia de la especie lleva a la bús-
queda de alimento y de condiciones propicias; pero con la evo-
lución del hombre, el encuentro casual con la recolección o la
caza devendrá en trabajo transformador de la Naturaleza y pro-
ducción en colaboración o con amos y trabajadores. Su apeti-
to sexual no dependiente de períodos de celo, según la hipóte-
sis antropológica freudiana (1927), lo llevará a constituir una
familia estable, que transformará al padre en proveedor de la
mujer y los hijos, para los cuales trabajará amén de amar y bus-
car ser amado. El trabajo humano genera un valor, se produ-
ce de más, no solo para sobrevivir sino una producción sofis-
ticada de objetos deseados. La plusvalía no puede recuperarse
toda porque no hay modo de reintroyectar el brillo evanescen-
te del objeto deseado. Más allá del mejoramiento de las condi-
ciones de trabajo, existe algo que resulta imposible de repartir.
No sólo Marx habla de trabajo y producción, sino que tam-
bién Freud lo hace en relación a lo psíquico. Respecto al chis-
te y su relación con el inconsciente, por ejemplo, afirma que la
sensación de placer que experimenta el oyente no puede pro-
venir ni de la tendencia ni del contenido del pensamiento del
Imago Agenda | N° 207 | Otoño 2020 | 37