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Empatía, ética y clínica
Adolescentes con conductas abusivas:
La construcción de la empatía
Escribe
Laura Capacete 1
[email protected]
“Intentar entender al otro significa destruir
los chiché que lo rodean, sin negar, ni borrar
su alteridad”.
U. Eco (2012)
E
l trabajo clínico con adolescentes que han cometido de-
litos contra la integridad sexual,me planteó algunos in-
terrogantes que quisiera compartir¿Cómo articular la
responsabilidad subjetiva sobre el hecho, con la capacidad de
empatía con el semejante?;¿Qué obstáculos se presentan en
el analista ante estos casos?
En los jóvenes entrevistados, ha intervenido el Fuero de Res-
ponsabilidad Penal Juvenil de la provincia de Buenos Aires,
que al nominar y sancionar el acto como delito, produce una
primera interpelación. Legendre (1994) señala que el termi-
no responsabilidad deriva etimológicamente de responder y
ante un delito el sujeto debe responder, tanto ante un foro ex-
terno, dado por las instituciones jurídicas, como ante un foro
interno, que implica la propia subjetividad. Dicho autor plan-
tea que, ante los actos de desmesura, el sistema jurídico debe
responder sancionándolos, y esta operatoria humaniza. Coin-
cidentemente, GerezAmbertín (2009) considera que cuando
el sistema jurídico aplica una pena, ha de pretenderse que el
autor del acto, pueda otorgar alguna significación al mismo,
que subjetivise su falta y recupere –no pierda– el lugar en el
tejido social, al que su acto ha lesionado. En tanto, en el acto
delictivo no solo queda dañado el tejido social, sino también
el sujeto que lo comete.
El espacio analíticoposibilita el debate con el foro interno,
habilita la palabra y permite la interrogación del acto, que sue-
le ser enigmático para su autor.A su vez, dicho espacio pro-
picia un ámbito de representabilidad, el nexo con la historia
biográfica abona a su significación.
LLull Casado (2015) se interroga sobre la responsabilidad
en la escena del crimen (que el Derecho nombra como “el mo-
mento del hecho”), y la responsabilidad en un segundo tiem-
po, en el cual se resignifica el estatuto de responsabilidad del
primer tiempo. Dicha formulación complejiza la linealidad que
plantea el Derecho, e introduce la responsabilidad en sentido
freudiano, planteando la escansión en dos tiempos. La autora
citada, que estudia esta temática en la psicosis, muestra que
la respuesta que el sujeto puede ofrecer a posteriori del acto
delictivo, indica una posición subjetiva distinta de la inicial.
Sobre la casuística. Los adolescentes entrevistados, cuen-
tan entre 15 y 18 años, mayoritariamente reconocen, en un
primer tiempo, la autoría del hecho abusivo, sin embargo,
no registran haber cometido un delito, ni haber dañado a un
semejante. Es decir, lo relatan, o bien como un juego sexual
inadecuado, o bien como un acto en el que no se reconocen,
ni pueden explicar. Así lo expresan “lo tomé como un juego,
aunque me daba cuenta que estaba mal”, o bien “no sé por-
que lo hice, era yo pero no era yo, era como si fuese otro”, o
bien “no me doy cuenta porque lo hice, no le encuentro ra-
zón”.
En el curso de las entrevistaspueden, generalmente, en un
segundo tiempo, dar alguna versión distinta de la inicial. Lo
asocian, tanto a sus historiasbiográficas, en las que predomi-
nan situaciones de enorme desamparo, como a una construc-
ción identitaria de la masculinidad, en la cual la mujer es ob-
jeto de usufructo y no sujeto de derecho. En esta etapa, se re-
prochan la conducta abusiva, sin embargo, en ningún caso apa-
rece empatía con la víctima,es decir no registran el sufrimien-
to causado. Más bien la inquietud está centrada en las conse-
cuencias de la intervención penal, ya sea por ser encarcelados,
ya sea por, en el futuro “tener antecedentes”.
A partir de este dato clínico, considero que la noción de
responsabilidad subjetiva, debiera incluir el registro del su-
frimiento causado. Es decir, no basta reconocerse como auto-
resdel hecho, entiendo que subjetivar la faltaimplica darle al-
guna significación dentro de su historia biográfica, yrestituir
el lazo social con el semejante.
La ausencia de emoción empática para con quien han da-
ñado, requiere pensar como trabajar esta categoría en el pro-
ceso analítico. En algunos casos, será introducida por el ana-
lista, en otros surge espontáneamente. Como ejemplo de esto
último, relatan haber presenciado escenas, en las cuales al-
guien maltrata o abusa, y refieren, con angustia, haber pro-
tagonizado hechos similares. Un joven plantea “una chica me
contó que fue abusada, y se me llenaron los ojos de lágrimas,
me puse mal, porque ella se sintió mal”; otro expresa “mi ami-
go maltrataba a la madre, la basureaba, y no se daba cuenta.
Yo me vi ahí, había hecho lo mismo con mi vieja”. Otro enun-
cia “mi hermano no valora, no respeta. Hizo lo mismo que yo
(participó en una violación grupal), pero no siente culpa, ni
se preocupa. No se pone a pensar en los demás. Yo hablé con
él para que cambie”.
En tanto en sus historias biográficas, predomina la ausencia
de una terceridadlegislante, el espacio analítico puede propi-
ciarla. Balier (2005) señala que una característica de esta po-
blación, es la ausencia de terceridad en su funcionamiento psí-
quico. Propone para intervenir un doble marco: por un lado,
el proceso psicoterapéutico que posibilita la emergencia de la
figuración, y por otro la acción judicial que aplica la pena. Di-
cha operatoria favorece la representación, y es un recurso que
evita el pasaje al acto.
Retomando la cuestión de la empatía, Bleichmar (2011) plan-
tea que cabe distinguir el sadismo, de la ausencia de emoción
empática frente al sufrimiento del otro. Dicha ausencia supo-
ne la imposibilidad de considerar al otro como identificado on-
tológicamente, es decir, como otro humano. Señala que el re-
conocimiento de la alteridad es la base de toda subjetivación-
yfunda la ética,dado que, vía la identificación con el semejan-
te, nos abstenemos de dañar a otro y provocar su sufrimiento.
Propone que el analista interprete, ya sea el goce por el mal-
trato ejercido, ya sea la imposibilidad de darse cuenta de ha-
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