Identidades Número 1, Febrero 2014 | Page 65

estaba explicando que yo debo organizarme en un grupo, siempre de manera silenciosa y con la máxima discreción de los conspiradores, y desviar mi atención de los problemas concretos de la inmediatez de mi existencia para comenzar a ”especular” en la alta política, ayudando a que él o algún otro tome el poder. Los locos son consentidos como personajes populares y en Cuba, política y locura se toman a menudo de la mano. Yo, en mi locura, comprendo algunas realidades:  El gobierno cubano actual nunca va a compartir el poder con otros partidos políticos, porque la democracia no entra dentro de los decretos fundacionales de su programa. El gobierno cubano actual ya no tiene programa político ni económico. No tiene programa social y solo está enfocado en un programa militar inspirado en las ideas de la guerra fría. Sobrevivir y sobrevivir es la única idea que emana de los lineamientos y discursos pronunciados por el sustituto del líder único de la revolución cubana.  Los que poseen el poder real, esa casta de militares educados en Rusia y herederos del racismo endémico de la insipiente aristocracia cubana que los ayudó a llegar al poder, no van a compartir ese poder porque llegaron a él por la fuerza militar y no por medios democráticos y civiles. La “revolución” fue sobre todo una revolución militar, que rápidamente impuso un toque de queda al pensamiento democrático, a la reflexión y al disentir. Desde José Martí a Fidel Castro todas las ideas de independencia, democracia y república han sido precedidas de sangre y fuego. En Cuba no producimos terciopelo. Creo que el error más grave de quienes quieren la democracia en Cuba, por amor a las libertades fundamentales del hombre o por deseo de poder, es proponer planes para que el gobierno cubano se vea obligado a compartir o pierda el poder. Todos los proyectos y sus acciones están enfocados en la lucha contra el poder. En la lucha directa, lo cual significa que desconocen algunas realidades del sistema social cubano. En Cuba hay millones de cubanos dispuestos a matar a todo aquel que exprese de alguna manera una idea diferente a las ideas de los líderes históricos de la revolución militar, económica, social y política de 1959. Los hechos recientes en la política y las sociedades de Latinoamérica demuestran lo importante que resulta que los actores políticos tengan programas claros, definidos y enfocados en múltiples plataformas sociales y valores humanos, pero y sobre todas las cosas, programas políticos en los cuales el ciudadano común vea, comprenda y sienta el verdadero poder que emana de sus decisiones. Donde el ciudadano se empodere y se auto reconozca como parte de un grupo común, como parte de un interés común. Donde el ciudadano recupere sus espacios de diálogo con el resto de los actores sociales y se sienta empoderado y capaz de tomar en conjunto decisiones en favor de todos. Muchos de nuestros grupos de la oposición no se concentran en lo fundamental: el trabajo en el terreno de las comunidades y los grupos sociales. Pero en algunos casos la cosa es peor y algunos proyectos “democráticos cubanos” deberían de llamarse “Partido por el Yo” o “Yo quiero ser Presidente,” los cuales, a los ojos del mundo, muestran una cara de torpe principiante en la sociedad civil cubana. ¿Soluciones o propuestas para la democracia en Cuba? ¿Caminos? ¿Ideas? Muchas, no tantas como deberían ser, pero en algunos grupos y plataformas políticas como Arco Progresista o el Partido Liberal Cubano, la palabra y la intención de unidad nacional está siempre viva y presente. Unidad es la acción y la idea fundamental. Solo con el valiente sacrificio del yo y del ego será que nuestros activistas civiles podrán lograr la necesaria unidad de acción y criterio para emitir un mensaje capaz de llegar y ser entendido por nuestras comunidades, las cuales están necesitadas de guía y soluciones prácticas a los graves problemas de la Cuba de hoy 63