Identidades Numero 4, Diciembre 2014 | Page 67

Los proyectos emergentes deberían aprender de los viejos (desaparecidos) y no ignorar que las arenas donde construyen ya las arrasó la marea. Mas el hipnotismo es la premisa de la juventud, la sustancia misma de su confianza. No reconoce más victoria o derrota que las propias. Y así la oficialidad también se alimenta de las nuevas ilusiones: el eterno sistema de reciclaje humano. Un poco de historia La idea de un arte independiente al que prometía aupar la revolución con sus florecientes escuelas de arte (signadas por las mismas rígidas estructuras que han demostrado, tradicionalmente, no poder contener un fenómeno tan vivo y expansivo como el arte), tal vez no existía de forma definida en la primera década revolucionaria, cuando se confiaba en que los cambios sociales iban encaminados a renovar todo lo caduco y permitir todo lo necesario. Ni las Palabras de Fidel a los intelectuales (1961) ni las cacerías nocturnas a jóvenes con melena o minifalda fueron suficientes para desarraigar la aspiración de expresar un pensamiento autónomo. Con el caso Padilla (1971), el ejemplo de “lo permisible” debió quedar claro, al menos para el sector intelectual entonces en órbita. Por si quedaban dudas, el subsiguiente proceso de “parametración” se encargó de “depurar” cuidadosamente el arte que fluía por los canales oficiales y, mediante performances punitivos, reactivar la memoria de los rebeldes. Sin embargo, los sucesos de la embajada del Perú y el éxodo del Mariel (1980) sirvieron de catalizador para derivar en doble función: librarse de una buena parte de los inconformes (en esa sangría que se llevó a Reinaldo Arenas) y barnizar el horizonte para los que no sabían, no habían vivido, no tenían conciencia del límite, y levantaban con brío una nueva bandera de libertad. Eran los intelectuales y artistas que en esa década de esplendor de celofán, sustentado en la maternidad soviética, llegaron a creer realizable un ideal de los griegos: Paideia: “la base de educa- ción que dotaba a los hombres de un carácter verdaderamente humano, centrada en los elementos de la formación que harían del individuo una persona apta para ejercer sus deberes cívicos”. El entorno en que se gestó el movimiento Hip Hop era mucho más convulso: el Período Especial (1990-¿?), esa crisis moral y económica que sucedió al desplome del campo socialista; el hundimiento del remolcador 13 de Marzo y el estallido del Maleconazo (1994) desembocaron en otro éxodo masivo. Tal vez por eso los raperos gozaron de relativa libertad, pero una vez controlada la crisis, las tijeras asoman sus afiladas puntas. Puntas camufladas en sonrisas aprobatorias, que entre tijeretazos y promesas ralentizan el proceso de reunir los trozos (desechados y dispersos) hasta percibir la imagen completa. En opinión de Rodolfo Rensoli: “El control es expresión de un ejercicio de poder que lleva mucho tiempo en esa experiencia y también les representa un aprendizaje. Los americanos se ocuparon de eso hace mucho tiempo, porque siempre han fabricado las alternativas como hicieron con Elvis Presley. No de-construyen, no barren: manipulan, reemplazan. Y así han logrado cierto nivel de diálogo con el movimiento alternativo. El socialismo ha sido muy inflexible. Mi generación fue como el albacea del legado de los hippies y rastas de los 60s, y por supuesto, logramos cosas que ellos no lograron frente al criterio totalitario y represor de toda manifestación universalista, porque el enfoque oficial entonces era que necesitábamos el nacionalismo. Algunos artistas consiguieron insertarse alcanzando cierta notoriedad, por ejemplo, Los Van van, pero no como propuesta de pensamiento, que es vista por la oficialidad como un hueco en el dique”. OMNIZONAFRANCA emerge a fines de los 90s con una poesía rabiosa, escandalosa, inquisidora, con algo del Hip Hop, del Slam Poetry, gritando en la comunidad de Alamar: “Saca ese atroz punzón de mis entrañas” Una comunidad que ya había “repudiado” a la poetisa María Elena Cruz Varela; donde se disolvían los ecos del proyecto Criterio Alternativo. Mientras poetas y artistas 67