Identidades Numero 4, Diciembre 2014 | Page 63

La maltratada alternatividad en Cuba Verónica Vega Escritora La Habana, Cuba Y pronuncia los nombres de los seres virtuosos que, engañados con la promesa de un porvenir feliz, han desaparecido antes que yo. Goethe (Fausto) L a teoría sensacionalista tan explotada en el cine de que una omnipresencia infalible controla el destino de la sociedad a través de una organización humana, podría ser aplicada a todo el movimiento contracultural de la Cuba post 59. Sin embargo, habría que añadir que la naturaleza funciona a través del juego de contrarios y sin esta condición no hay equilibrio posible. La palabra underground describe exactamente la condición de eso que existe, en estado latente, y estalla en forma de contracultura. Es un reclamo directo desde la omisión, el silencio o la represión. Todo el movimiento alternativo artístico cubano surgido a partir de los años 80 comparte el mismo sueño inicial: visibilizar el arte excluido de los medios oficiales. Paideia, GrupoUno, OMNIZONAFRANCA, MatraKa… Estos proyectos surgen espontáneamente y descubren nuevas necesidades en ese experimento de libertad. Cada uno va chocando con los mismos límites, dictados por una apatía congénita o personalizados en funcionarios que se refugian en su propia ignorancia o incapacidad ejecutiva, bajo la abstracción de términos como “institución”, “oficial”, “sistema”. En ningún operativo de censura se revelan las verdaderas causas del ataque. Sólo argumentos circunstanciales, que generan entre artistas, público (y hasta funcionarios), gran confusión. La solución entonces no es desentrañar esas razones, sino observar atentamente los resultados. Paideia En este proyecto multidisciplinario convergió la mayoría de la comunidad artística e intelectual de La Habana en la segunda mitad de los 80s. Fue “una propuesta de política cultural autónoma. Pero al igual que otros proyectos culturales de aquella época (Castillo de la Fuerza, Arte Calle, Hacer…), no se planteaba una ruptura con el Estado sino una negociación de su autonomía por medio de una labor ‘complementaria’, ‘asistencial’ o ‘pedagógica’, que enseñara al Estado cómo debía administrar la nueva cultura”1. El final de todos los encuentros a salón repleto en el Centro Alejo Carpentier (Habana Vieja), donde exponían poetas, escritores, artistas plásticos, dramatu