“Mejor no hablar de ciertas cosas”:
La negritud en
Argentina
clase y género en Cuba y el mundo
Omer Freixa
Profesor e investigador en la Universidad de Buenos Aires
Argentina
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A
partir de que el sujeto afrodescendiente
no tiene el lugar que merece en la conformación étnica de América Latina y de su
marginación económica y política, la temática se
problematiza en Argentina, un país que se jacta
de una blancura indiscutible y que no da lugar a
la presencia africana.
Actualmente se insiste en que “no hay negros” en
la patria de Maradona.
Ese lema se repite sin mayor fundamento, pero
detrás de esa aseveración del orden de lo inconsciente (y reproducida hasta en la enseñanza escolar) está un relato histórico que delimitó sus
horizontes de pertenencia y excluyó (por diversos
motivos) a los que no debían formar parte del discurso, entre ellos los afroargentinos, que ingresaron en la categoría del desaparecido, un término
con un peso simbólico enorme en un país que sufrió una terrible dictadura con saldo de 30.000
víctimas del terrorismo de Estado: los “desaparecidos”.
Si bien para muchos el racismo no guarda relación con el discurso, esto se debe a que ese
vínculo es tan evidente y obvio que no se detecta.
Sus resultados pasan a formar parte, si se quiere,
del sentido común.
Hay autores que argumentan que lo que se hizo
con el negro en Argentina equivale a un “genocidio discursivo”, que responde a una construcción
del poder y muestra el resultado final pergeñado
por la élite política argentina, la famosa “Generación de 1880”, con discurso negador de la alteridad.
La negación es otra forma desenmascarada del racismo moderno y uno de los modos más recurrentes en América Latina, siguiendo a Teun Van
Dijk. Las élites simbólicas tienen una responsabilidad enorme en la reproducción del racismo a nivel social para mantenerse en el poder y conservar
su status. Para este grupo, la mejor forma de protegerse contra elementos considerados peligrosos
es la negación discursiva del colectivo afroargentino o “invisibilización” del actor negro en la historia oficial Argentina.
La construcción de un Estado-Nación es un proceso material que también adquirió forma de relato histórico. En la Argentina, el orden del relato
se centró en la pureza racial más que en el mestizaje. La pureza racial, tan en boga a fines del siglo
XIX y comienzos del XX, produjo un exceso de
“purismo”. De allí la obsesión por aislar, antes de
eliminar, elementos impuros.
De esa marca narrativa proviene la teoría famosa
del “crisol de razas”, pregonada por los gobernantes durante el aluvión inmigratorio que, desde fines del siglo XIX, elevó la población de 1.3
millones (1859) a 3.9 millones (1895), como sucedió en varios países de América.
La amalgama armónica de los recién llegados con
los poco presentes daría lugar a la fundición de
una nueva ciudadanía, sin diversidad, o más bien
homogénea, no afrontó problemas étnicos, porque los negros argentinos fueron lisa y llanamente
aislados y silenciados. Incluso se fue un poco más
lejos: se dijo que estaban extintos. El ex presidente argentino Domingo Sarmiento, “padre del