también todos los países latinoamericanos intentarán convencer a los Estados Unidos de que renuncie a la terquedad, supere la parálisis con
Cuba y la deje de catalogar como “Estado patrocinador del terrorismo”.
La presión es cada vez más fuerte y, como se ha
vuelto habitual, la Cumbre de las Américas
vuelve a ser el escenario que aboga por la participación de Cuba dentro de la esfera regional. Muchos países latinoamericanos han condicionado
su asistencia a la próxima edición, a celebrarse en
Panamá en mayo de 2015, a la efectiva participación de Cuba. Diferentes gobiernos velan por la
reconciliación entre Cuba y Estados Unidos
siendo permisivos con la situación de exclusión
de la sociedad civil que se vive dentro de la Isla y
la constante violación de las cláusulas democráticas suscritas por el régimen en diferentes organizaciones internacionales.
La Carta Democrática Interamericana es contundente en su artículo primero: “Los pueblos de
América tienen derecho a la democracia y sus
gobiernos la obligación de promoverla y defenderla". Por tal motivo, tanto Colombia como los
demás países de América Latina deben exigirle a
Cuba un verdadero compromiso de transforma-
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ción política como requisito esencial para su integración al Sistema Interamericano y dar así por
terminado el aislamiento que ha tenido que soportar el pueblo cubano durante varias décadas. Que
Cuba esté presente en la próxima Cumbre, solo si
participa el espíritu del noble comprometido y no
del villano timador.
Considerar que la paz se construye de cualquier
manera o de la forma en que unos pocos creen, sin
permitir la participación de la sociedad civil,
constituye un grave atentado contra la democracia
y los derechos humanos. Colombia y Cuba deben
seguir esforzándose por limar las asperezas internas, para de ahí sí saltar al escenario internacional
a lucir con vehemencia el resultado de un proceso
de pacificación que no consista solamente en reducir la tensión tanto dentro como fuera del país,
sino que también garantice un trato justo e incluyente a todos los sectores de la sociedad. Solo así
podrán ser reconocidos como honorables agentes
de paz dentro de la región, dejando a un lado la
apariencia y demostrando que no es una cuestión
de conveniencia, sino de transparencia, cambiar
la Paz Tropical por una paz cierta y real.