Identidades Numero 4, Diciembre 2014 | Page 12

Esta última ha venido suponiendo una potenciación exponencial de las posibilidades de las familias blancas que cuentan en el exterior con pares familiares en capacidad de sostener el mecanismo de las remesas. Es difícil encontrar huecos o vacíos en el envío de remesas cuando se trata de personas blancas: en familias enteras y nucleares siempre hay posibilidad de llenar los vacíos, hay siempre un miembro de la familia en capacidad de socorrer desde el exterior. Lo que ha permitido crear una estructura económica sólida en términos económicos con base familiar, como ocurre en muchos lugares de Centroamérica. Esto no ocurre con las familias afrodescendientes. Las remesas que reciben son pocas en cuantía y frecuencia, y débiles como estructura. Es difícil encontrar familias enteras en el exterior que puedan sostener a familias afrodescendientes enteras dentro de Cuba. De esta manera el proceso de latinoamericanización económica al que se abrió Cuba desde fines del siglo pasado siguió, como tendencia, la línea del origen racial, marcando diferencias estructurales y abismales en las posibilidades de generar y sostener el bienestar. La normalización diplomática entre Cuba y Estados Unidos puede ahondar esta brecha. Una de las medidas es el aumento, hasta 2000 dólares, de la cantidad permitida en el envío de remesas a Cuba. Este paso importante a nivel familiar supone un paso decisivo en la estructuración de las diferencias raciales: la capitalización del dinero en las familias blancas contrastada con la precarización de la supervivencia en las familias negras. El cambio es fundamental. Permite la fundación de empresas de pequeña y mediana escala en el 12 sector blanco de la población, la acumulación de capital para la inversión, no importa si legal o ilegal, y la compra de capital simbólico y social a partir del dinero. El flujo de dinero hacia un único sector coloca así en desventaja a quienes se supone fueran favorecidos por las políticas sociales que ahora comienzan a disminuir por la incapacidad del Estado para la acumulación y para fomentar políticas de nivelación, ya sea a través del conocimiento o a través de préstamos bancarios. ¿Cómo superar este desfasaje estructural a partir del nuevo escenario político? Se requiere una política de remesas sociales, que superen los vínculos familiares, dirigidas a los afrodescendientes. No como ayuda para la precariedad, sino como empoderamiento a emprendedores para crear empresas, generar beneficios con criterios de rentabilidad y productividad. No dinero para engordar, sino dinero para invertir. Es importante también un sistema de becas afirmativas para preparar a los afrodescendientes, sobre todo jóvenes, que estén en capacidad de entrar al mercado con conocimientos avanzados sobre la creación de empresas y las nuevas tecnologías. De lo contrario asistiremos a la ironía histórica de que el primer presidente negro de los Estados Unidos reforzó, involuntariamente, la brecha que separa a personas negras y blancas en Cuba. Se corre entonces el riesgo de que la normalización diplomática entre dos países lleve a la profundización social y política de las diferenci