Identidades Numero 4, Diciembre 2014 | Page 119

aparato de propaganda antiamericana, antiespañola y anticatólica. No obstante, aún la literatura de ficción no se ha hecho eco de la teoría del sincretismo, no ya como dialéctica espontánea, fecunda y evolutiva, sino como imposición degenerativa calculada por la clase dominante. Acaso el ensayo, con mayor o menor acierto, ha sido quien más ha coqueteado con La leyenda…, porque ni siquiera los dramatizados televisivos, de la peor factura, han logrado llevar a la ficción el fenómeno de marras. Tiene que esperarse a la segunda mitad del XX, porque en la primera mitad no hubiese tenido efecto debido a la fuerte inmigración peninsular, que evita la idealización de supuestas malvadas costumbres y creencias de los españoles. Pero ya en el castrismo, el proceso de envenenamiento por demagogia arranca en las escuelas y universidades instalando procesos mnémicos que la mayoría de los estudiantes, con independencia del nivel de inteligencia, arrastrarán de por vida. Así que el cliché de la revolución que “hace persona” al cubano de etnia africana, que no solo lo libera del racismo, sino que “desenmascara” el oscurantismo de la religión “impuesta” por la clase dominante en el pasado, bebe directamente de La leyenda negra española en su capítulo cubano. 119