Identidades Numero 3, Septiembre 2014 | Page 90

El latido social de la cultura alternativa* Nilo Julián González Preval Artista de la Plástica. Poeta Integrante-fundador de ACETATO Producciones Omni Zona Franca La Habana, Cuba T odos los países tienen un ritmo que puede seguirse por el latir de las fuerzas y energías sociales de la masa humana, que vibra según la época y los ciclos sociales de la nación. En Cuba, siguiendo el patrón de la historia reciente de América Latina, hemos vivido los últimos 50 años bajo la presión de una dictadura militar, que desde 1959 mostró el camino de la censura y la filiación a sistemas políticos ajenos a la incipiente tradición republicana y social. Ya en esas famosas cuatro reuniones con los intelectuales cubanos en la Biblioteca Nacional, Fidel Castro y quienes por interés y cobardía lo secundaron, sentaron las bases de una programada y sistemática reconstrucción de la historia cultural de Cuba. Nada antes de 1959 tenía valor; nada después del 59 debía ser fuera de la revolución, esto es: fuera del dominio político-militar impuesto a un pueblo que tristemente siguió el impulso de la pasión con la cual intentaba cambiar los males heredados de una frustrada independencia, una república dependiente del mercado americano, que solo sirvió a los intereses de una sacarocracia burguesa y entregada a los placeres del cabaret y la rumba. Un motivo que acaloradamente se discute cada vez más en los círculos intelectuales cubanos es la incapacidad de la nación para completar y culminar proyectos colectivos imprescindibles, como la Independencia y la República o el propio 90 proyecto de la Revolución. Muchas cosas ha dejado a medias la nación cubana y siempre han surgido individualidades que señalan el camino a seguir, aunque en muchos casos nadie los ha seguido. Esas individualidades, sean políticas, científicas o culturales, forman parte del todo que es la cultura cubana. Esas individualidades forman parte de la historia de la cultura cubana alternativa y su mensaje alternativo nos alcanza hoy en el esfuerzo que realiza una parte importante del pueblo por democratizar la sociedad. 1990 marca un antes y un después en la crítica situación económica, política y social de Cuba después de la llegada al poder de los llamados rebeldes. En esa década el mundo dio una vuelta de más y el pueblo de Cuba tuvo que buscar la luz o morir de hambre e inanición. Toda la nación se volcó a la calle y, en una silenciosa guerra civil, mataron la imagen de nación socialista próspera y de cara a un futuro luminoso. El hombre nuevo proclamado por el Che tuvo que inventar y descubrir, robar y traficar para poder alimentar a su familia y mantener así un mínimo de dignidad humana. Estos años también significaron, para el Estado, una pérdida de poder que cada día resulta más y más evidente. Ya el socialismo no alimentaba a sus hijos, sino que los estaba devorando y los hijos se rebelaron de todas las formas posibles.