Identidades Numero 3, Septiembre 2014 | Page 8

partiendo de las leyes nos lleve a unas reglas consensuadas para estructurar nuestra propia convivencia sobre fundamentos civilizados.” Y eso lo está logrando a través de las Mesas de Iniciativa Constitucional en todo el país, donde los ciudadanos analizan y discuten problemas y dificultades que deben enfrentarse en medio de ese proceso y hacen propuestas a partir de sus vivencias concretas. En esa línea de pensamiento y las dificultades que se presentan en la Cuba de hoy, se inserta el trabajo de Boris González Arenas “Prohibido Olvidar” sobre las consecuencias que resultan del liderazgo único y el olvido impuesto para borrar toda huella de los descalabros, así como sus consecuencias para el orgullo y la autoestima del esfuerzo propio. La memoria es un acusador que el poder trata de disipar mediante el olvido o el ocultamiento como táctica para envilecer la expresión individual. Completan esta sección “Democracia, poder judicial e historia”, de Wilfredo Vallín, y “Las bases políticas del Partido Liberal en Cuba”, de Fernando Palacio. El primero se remite a la ausencia de importantes elementos que definen el derecho contemporáneo: un Tribunal de Garantías Constitucionales, Poder Judicial independiente y libre ejercicio de la abogacía, con todas las consecuencias que esto acarrea. Palacio se refiere al liberalismo como tradición política en Cuba y las ventajas que le atribuye para concretar un cambio democrático. Junto a esas brechas democráticas y estrechamente vinculada a ellas se inscribe la brecha digital, a la cual están dirigidos los trabajos “Democracia, memoria y brecha digital”, de Rafel Campoamor, y “Las nuevas tecnologías”, de Leonardo Calvo, otra manifestación de la múltiples dificultades que afrontan los cubanos. Ambos autores enfatizan la necesidad y obligación de que las nuevas generaciones se empoderen con las nuevas tecnologías para discutir el pasado, encarar el presente y prepararse para el futuro, así como aprovechar la posibilidad de abrir nuevas sendas 8 en medio de una realidad que ensombrece el panorama social. En las condiciones de Cuba ha venido tomando fuerza lo que se ha dado en llamar el “arte alternativo”. A él están dedicados la entrevista “Trabajar en el límite”, que nos presenta Verónica Vega, y “El latido social de la cultura alternativa”, de Nilo González, sobre las dificultades, censuras y objeciones que se alzan contra los grupos aventurados en el trabajo independiente más allá de los límites oficiales impuestos. En “Los ingredientes del ajiaco cubano”, Ricardo Lazo se refiere a los distintos “sabores” legados a la cultura cubana y sus múltiples orígenes etnorraciales. De esa forma resalta cómo, a pesar de las limitaciones que le impuso la esclavitud a los africanos, el enriquecimiento de nuestros gustos alimentarios con los recursos del nuevo medio se cuenta entre sus grandes contribuciones a la cultura nacional. Y como colofón “La Callada Molienda”, de Boris González Arenas, constituye más que una reseña bibliográfica una sugerente reflexión sobre las consecuencias económicas, sociales y culturales del desastre azucarero, que principió desde los primeros tiempos de la revolución y se agudizó con el golpe demoledor de 2002, al abandonarse, cerrarse y destruirse decenas y decenas de centrales azucareros que, durante siglos, habían constituido fábricas de riquezas. Aquí se examinan las consecuencias de esta catástrofe social para los hombres y mujeres que habían hecho de ese renglón productivo no solo un medio de vida, sino también fuente del sentido. Dr. Juan Antonio Alvarado Ramos Editor Jefe