Podemos decir como sociedad civil que
hoy está planteado el reto de querer dos
Cuba muy distintas dependiendo de qué
decidamos y hagamos: una Cuba con
libertades, respeto a los más elementales
derechos y democracia, pero que demanda de nosotros decisiones y acciones desde ahora, y otra Cuba en contrario, a la cual llegaremos por omisión si
no somos capaces de decidir y actuar, o
si nos equivocamos al hacerlo.
Puedo asegurar sin temor a equivocarme que, poniendo en aplicación de forma gradual el proceso de democracia
deliberativa en la sociedad civil y llevándolo hasta las más lejanas comunidades, se va a lograr que los ciudadanos
lo incorporen a sus mentes y hábitos
para ponerlo en práctica aunque la cúpula gobernante no institucionalice ni
permita. Las acciones de participación
ciudadana en las comunidades permitirán someter a discusión los temas de
importancia.
La búsqueda de fortalezas de la otra
parte para unir criterios y esfuerzos, y
no las debilidades para atacar; la preocupación por otros, la colectividad de
muchas personas para tener participación en la respuesta al solucionar un
problema, no enjuiciar las creencias
ajenas, la colaboración y búsqueda de
un entendimiento común con la meta de
encontrar un terreno común para la acción y el escuchar para aprender y encontrar sentido en el acuerdo, abre la
posibilidad de mejorar las soluciones y
presentar las mejores ideas entre todos.
Estas son solo algunas de las fortalezas
que ganaría la sociedad civil cubana y
sus ciudadanos en la práctica de la democracia deliberativa.
La democracia deliberativa implica tener un objetivo o un propósito determinado, con la valoración del ciudadano
como actor político.
En Cuba esto no sucede, sino que se da
el fenómeno de pirámide invertida: los
ciudadanos rinden explicaciones al aparato gubernamental, en vez de ser el
gobierno quien rinda explicaciones a la
ciudadanía.
La democracia deliberativa permite que
el ciudadano se desarrolle en varios
niveles: desde la toma de decisiones, a
través de la discusión entre ciudadanos
libres e iguales, hasta la búsqueda de
soluciones alternativas a los problemas
mediante discusión (deliberación) entre
todos los afectados o sus representantes.
Se exponen argumentos de los participantes y para los participantes, en vez
de que una autoridad exponga convicciones básicas. Con racionalidad e imparcialidad se pasa por la negociación
para llegar a un consenso.
La sociedad civil cubana y la ciudadanía
en general preparan el terreno para una
mejor interacción, madurez y capacidad
de gestión y trabajo. La democracia
deliberativa da la oportunidad de obtener herramientas para que los ciudadanos aseguren el bienestar de manera
más eficaz y, a su vez, puedan contribuir a la construcción y mantenimiento
de instituciones transparentes, eficientes
y equitativas.
De esta manera se procura la construcción y el allanamiento de un camino que
guíe y lleve a instaurar una democracia
real y profunda. Los ciudadanos serán
los verdaderos actores sociales para
desempeñar el auténtico rol como sociedad civil y ciudadanía y desembocar
en esa tan ansiada democracia, consolidada con un sistema pluripartidista, capaz de definir en forma correcta y oportuna la respuesta a los retos del país.
Una democracia con separación de poderes y resp