Identidades No 5, Abril, 2015 | Page 70

Podemos decir como sociedad civil que hoy está planteado el reto de querer dos Cuba muy distintas dependiendo de qué decidamos y hagamos: una Cuba con libertades, respeto a los más elementales derechos y democracia, pero que demanda de nosotros decisiones y acciones desde ahora, y otra Cuba en contrario, a la cual llegaremos por omisión si no somos capaces de decidir y actuar, o si nos equivocamos al hacerlo. Puedo asegurar sin temor a equivocarme que, poniendo en aplicación de forma gradual el proceso de democracia deliberativa en la sociedad civil y llevándolo hasta las más lejanas comunidades, se va a lograr que los ciudadanos lo incorporen a sus mentes y hábitos para ponerlo en práctica aunque la cúpula gobernante no institucionalice ni permita. Las acciones de participación ciudadana en las comunidades permitirán someter a discusión los temas de importancia. La búsqueda de fortalezas de la otra parte para unir criterios y esfuerzos, y no las debilidades para atacar; la preocupación por otros, la colectividad de muchas personas para tener participación en la respuesta al solucionar un problema, no enjuiciar las creencias ajenas, la colaboración y búsqueda de un entendimiento común con la meta de encontrar un terreno común para la acción y el escuchar para aprender y encontrar sentido en el acuerdo, abre la posibilidad de mejorar las soluciones y presentar las mejores ideas entre todos. Estas son solo algunas de las fortalezas que ganaría la sociedad civil cubana y sus ciudadanos en la práctica de la democracia deliberativa. La democracia deliberativa implica tener un objetivo o un propósito determinado, con la valoración del ciudadano como actor político. En Cuba esto no sucede, sino que se da el fenómeno de pirámide invertida: los ciudadanos rinden explicaciones al aparato gubernamental, en vez de ser el gobierno quien rinda explicaciones a la ciudadanía. La democracia deliberativa permite que el ciudadano se desarrolle en varios niveles: desde la toma de decisiones, a través de la discusión entre ciudadanos libres e iguales, hasta la búsqueda de soluciones alternativas a los problemas mediante discusión (deliberación) entre todos los afectados o sus representantes. Se exponen argumentos de los participantes y para los participantes, en vez de que una autoridad exponga convicciones básicas. Con racionalidad e imparcialidad se pasa por la negociación para llegar a un consenso. La sociedad civil cubana y la ciudadanía en general preparan el terreno para una mejor interacción, madurez y capacidad de gestión y trabajo. La democracia deliberativa da la oportunidad de obtener herramientas para que los ciudadanos aseguren el bienestar de manera más eficaz y, a su vez, puedan contribuir a la construcción y mantenimiento de instituciones transparentes, eficientes y equitativas. De esta manera se procura la construcción y el allanamiento de un camino que guíe y lleve a instaurar una democracia real y profunda. Los ciudadanos serán los verdaderos actores sociales para desempeñar el auténtico rol como sociedad civil y ciudadanía y desembocar en esa tan ansiada democracia, consolidada con un sistema pluripartidista, capaz de definir en forma correcta y oportuna la respuesta a los retos del país. Una democracia con separación de poderes y resp