Así, la respuesta inicial “Ya usted sabe”, es como decir: ¿No lo está observando? Y sigue el comentario: “El Estado no hace nada; dice que lo va a
arreglar, pero no lo arregla. Todo va de
mal en peor”.
A ella le precedió una mujer que, desde
el comienzo de nuestra charla, mostró
deseos de desahogarse, en medio de su
impotencia, ante alguien que se preocupaba por sus condiciones de vida. Es
clara y precisa. No está pidiendo lo imposible, ni siquiera una nueva vivienda,
sino tan solo mejorar en algo las condiciones de vida de un lugar.
Todo este hacinamiento, las carencias,
las pésimas condiciones del hogar entre
tanta penuria y la lucha por la sobrevivencia se han convertido en caldo de
cultivo para actitudes y comportamientos personales y sociales que llegan a la
violencia, incluso intrafamiliar,
y a la inseguridad en los lúgubres callejones del Moro, con todas las consecuencias previsibles para la nación cubana, por cuanto lo aquí mostrado es
sólo un ejemplo ínfimo de lo que acontece en todo el país, particularmente en
las áreas habitadas por afrodesdendientes.
VIDEO:
EL MORO
EL PRECIO del DESDÉN
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