Desigualdades desde
otras Postales Habaneras
Juan Antonio Madrazo Luna
Coordinador Nacional del Comité Ciudadanos por la Integración Racial (CIR)
La Habana, Cuba
T
omo como punto de partida mi
incursión en el mundo de la fotografía desde el activismo ciudadano. Les confieso que mi primer
roce físico con esta Habana profunda y
desconocida para muchos fue desde una
de las lunetas del cine Chaplin, ubicada
en la ya no tan elegante barriada del
Vedado.
De cierta manera, a través de lo que en
algún momento fue la Muestra de Jóvenes Realizadores y gracias al ojo crítico
de la joven cineasta Alina Rodríguez y
su documental Buscándote Havana, un
día me propuse caminar distancias desconocidas dentro de mi propia ciudad.
La Habana desea que se le mire bien,
pues a lo largo de estos años duros ha
experimentado cambios en sus límites
desde diferentes intensidades. A través
de estas imágenes fotográficas les invito
a aproximarse a La Habana que habita
los barrios, La Habana y sus cuerpos
que deambulan. Les invito a besar las
heridas de una ciudad marcada por la
extrema desigualdad, a asomarse a esos
mundos perdidos dentro de la geografía
habanera.
Estas imágenes poco tienen que ver con
las propuestas de agencias de viajes
como San Cristóbal, publicaciones
como la revista Opus Habana o las postales turísticas que venden en 3D
la imagen-país que tienen como destino
a Cuba.
Estamos ante la ciudad rechaza
da, la ciudad sumergida no solo por la
narrativa oficial, sino también por el
imaginario social. Tenemos nuestra vista a La Habana secreta, la más golpeada,
la menos arreglada, una Habana donde
los índices de violencia son altos.
La Habana es una metáfora fácil de la
pobreza; es la ciudad donde la indiferencia ha dejado de ser obscena. Ciudad
sin parpados, de modestos escándalos y,
a la vez, convertida en muchas ciudades. A muchos nos da vergüenza mirar a
su alrededor, porque en ella se levanta
un mundo para el cual las autoridades
políticas no tienen respuestas, sino dictados y acciones de fuerza. Más de cinco décadas revolucionarias no han bastado para normalizar la dignidad del
hábitat y desmantelar los islotes de pobreza. Quienes habitamos la ciudad somos testigos de una cruda realidad, que
se empina ante nuestros ojos de forma
cotidiana.
A primera vista, algunos visitantes solidarios parecen estar ante una postal de
Kinshasa, un barrio periférico de Maputo en Mozambique o algún asentamiento de Puerto Príncipe, en Haití, pero se
sorprenden y hasta se escandalizan
cuando descubren que es La Habana
14