Identidades No 5, Abril, 2015 | Page 14

Desigualdades desde otras Postales Habaneras Juan Antonio Madrazo Luna Coordinador Nacional del Comité Ciudadanos por la Integración Racial (CIR) La Habana, Cuba T omo como punto de partida mi incursión en el mundo de la fotografía desde el activismo ciudadano. Les confieso que mi primer roce físico con esta Habana profunda y desconocida para muchos fue desde una de las lunetas del cine Chaplin, ubicada en la ya no tan elegante barriada del Vedado. De cierta manera, a través de lo que en algún momento fue la Muestra de Jóvenes Realizadores y gracias al ojo crítico de la joven cineasta Alina Rodríguez y su documental Buscándote Havana, un día me propuse caminar distancias desconocidas dentro de mi propia ciudad. La Habana desea que se le mire bien, pues a lo largo de estos años duros ha experimentado cambios en sus límites desde diferentes intensidades. A través de estas imágenes fotográficas les invito a aproximarse a La Habana que habita los barrios, La Habana y sus cuerpos que deambulan. Les invito a besar las heridas de una ciudad marcada por la extrema desigualdad, a asomarse a esos mundos perdidos dentro de la geografía habanera. Estas imágenes poco tienen que ver con las propuestas de agencias de viajes como San Cristóbal, publicaciones como la revista Opus Habana o las postales turísticas que venden en 3D la imagen-país que tienen como destino a Cuba. Estamos ante la ciudad rechaza da, la ciudad sumergida no solo por la narrativa oficial, sino también por el imaginario social. Tenemos nuestra vista a La Habana secreta, la más golpeada, la menos arreglada, una Habana donde los índices de violencia son altos. La Habana es una metáfora fácil de la pobreza; es la ciudad donde la indiferencia ha dejado de ser obscena. Ciudad sin parpados, de modestos escándalos y, a la vez, convertida en muchas ciudades. A muchos nos da vergüenza mirar a su alrededor, porque en ella se levanta un mundo para el cual las autoridades políticas no tienen respuestas, sino dictados y acciones de fuerza. Más de cinco décadas revolucionarias no han bastado para normalizar la dignidad del hábitat y desmantelar los islotes de pobreza. Quienes habitamos la ciudad somos testigos de una cruda realidad, que se empina ante nuestros ojos de forma cotidiana. A primera vista, algunos visitantes solidarios parecen estar ante una postal de Kinshasa, un barrio periférico de Maputo en Mozambique o algún asentamiento de Puerto Príncipe, en Haití, pero se sorprenden y hasta se escandalizan cuando descubren que es La Habana 14